Ensayo
El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red
Autor:
Roberto Carlos Gómez Sánchez
Capítulo 3. El tiempo sí se crea y se destruye, y no se transforma
De la frase célebre: «nada se crea ni se destruye, solo se transforma», se concluye que siempre existirán las magnitudes físicas en el universo. Ante este concepto siempre existirá una cinta métrica midiendo longitudes, porque las masas, tanto grandes como pequeñas, son reciclables y, por lógica, siempre existirán. Las masas albergan energía, se necesita medir dicha energía, como resultado apareció el termómetro y la noción de temperatura; se necesita una atmósfera para vivir en cualquier planeta, así que nació el barómetro y la percepción de presión atmosférica; necesitábamos medir los líquidos, entonces se estableció el litro y volumen; era necesario saber la próxima cosecha de tomates, brotó el reloj y el misterioso tiempo; además de otras magnitudes. Como apreciamos: siempre existirá el concepto de magnitud. Pero esa célebre frase tiene su excepción, dado que el tiempo sí se crea y se destruye, y no se transforma. Al ser el tiempo algo intangible, esa frase solo encajaría en lo referente a la materia. Como explicamos en el capitulo Principio y fin del binomio reloj-tiempo, para que germine el tiempo solo se necesita que un cuerpo celeste gire constantemente; y se destruye o llega a su fin si la masa dejase de girar. De todos modos en el universo siempre existirá la materia, la cual lleva intrínsecamente sus movimientos constantes en el espacio|, ante esto nos dará pie que el tiempo no nació y nunca tendrá fin. Por lo demás, nunca se podrá transformar el tiempo, no lo reducimos ni lo alargamos.
Existen diferencias muy marcadas entre el tiempo y las demás magnitudes, las cuales precisamos a continuación:
1. El tiempo es la única magnitud intangible. Un cuerpo puede aumentar o disminuir su masa, su temperatura, su volumen, sus movimientos en el espacio; mas no puede aumentar o disminuir el tiempo. Como lo hemos señalado en lo corrido del texto: «Nuestro sistema biológico es independiente a cualquier cambio de movimiento celeste; por lo tanto, si cambiasen los movimientos de la Tierra en el espacio, no rejuvenecemos ni envejecemos más de lo normal». Quiere decir que el tiempo no aumenta ni disminuye al acelerar o ralentizar los movimientos terrestres. Esto es debido a que el tiempo es la única magnitud física intangible, aunque su instrumento de medición, como lo es el reloj, no lo sea. Las otras magnitudes con sus respectivos instrumentos de mediciones son tangibles, las podemos palpar y partir en los pedazos que queramos, como por ejemplo: la cinta métrica que mide la longitud de un cuerpo, en este ejemplo a un árbol lo podemos cortar y disminuye su longitud; otro ejemplo es el termómetro y la temperatura, la báscula y el peso, etc.
Ejemplifiquemos este asunto para quedar tranquilos. Al medir una pared contabilizamos su longitud con la cinta métrica, y si después le añadimos más ladrillos a la pared, claro, aumenta su longitud; pero ante este cambio de longitud no le añadimos ni un solo centímetro a la cinta métrica sino solo a la pared. Esto sucede porque ambos elementos son tangibles, lo podemos palpar a simple vista. Por el contrario, si la Tierra girase más de prisa en su eje de rotación, digamos que aumentase de 24 a 28 horas al día, en este caso necesariamente tendríamos que añadirle cuatro números al reloj o echarle más granitos al recipiente del reloj de arena, para que de este modo ajustemos las nuevas condiciones que nos impone el movimiento de rotación. Pero eso no significa que nosotros tengamos cambios repentinos, que mutemos de repente y nos hagamos más viejo o más joven; es decir, que nos transformemos para ajustar nuestras vidas a los cuatro númeritos que le añadimos al reloj (tiempo). Pero como también lo hemos expresado a lo largo de este ensayo: nuestro tiempo, nuestras vidas, cada evento natural y social, la trasformación de la materia, las variaciones de cada uno de estos eventos seguirían su curso normal. Por ningún motivo se le añadirían cuatro canas a la primavera.
En cuanto a este hecho, de que en el futuro tengamos que añadirle más números a nuestro reloj actual, no está lejos de la realidad. El ritmo de velocidad de los movimientos de los cuerpos celestes, el acelerar o desacelerar, dependen de la injerencia de otro astro. Estos fenómenos ocurren por las leyes de la gravitación universal de Isaac Newton. En nuestro caso, el planeta Tierra desacelera al alejarse nuestra luna, como lo dijimos al principio, esta se aleja cuatro cm por año. En este momento la Tierra desacelera, siendo una cifra muy pequeña que no alcanzamos a palparla en nuestros días; pero dentro de unos cuantos milenios será evidente, lo más seguro es que las aguas de los mares serán más tranquilas y no erosionarían las rocas, perduraran los continentes e islas; y los eclipses solares se parecerán a la figura de un ojo cósmico mirándonos, por tanto. Pero en lo concerniente a este ensayo, es que al alejarse la luna ejercería poca influencia gravitatoria sobre nuestro planeta, ante este fenómeno la Tierra ralentizará su movimiento de rotación, y en un futuro los días serán más largos. Como consecuencia tendríamos que añadirles números o granos de arena al reloj.
Elucubremos al respecto. Supongamos que en el futuro la rotación de la Tierra llegase a 28 horas, obvio, tendríamos que ajustar un reloj a 28 horas: 14 horas para el día solar, y la misma cantidad para la noche. En este ejemplo el reloj quedaría con 14 palitos o números. Solo le agregamos cuatro horas al reloj; pero no le agregamos ni un solo segundo o minutos a nuestra evolución, y la futura generación no va envejecer más lentamente que la nuestra. Solo se amplió la duración del día terrestre, el desarrollo biológico de los individuos continúa dentro de las leyes naturales (anatómicas), ya que es un proceso inquebrantable.
A medida que la luna se distancie más de nosotros, gradualmente tenemos que manipular el reloj con el avanzar de su lejanía (hasta el momento no se hace). Primero ajustamos los segundos, después minutos y por último las horas. Supongo que este ajuste ha de realizarse cada siglo, cuando la ralentización de la Tierra se haga notable, por el momento no lo es.
2. Solemnidad a cada ciclo terrestre. Otras de las diferencias entre el tiempo y las otras magnitudes radican en la solemnidad que le damos a la medición de cada giro de la Tierra en el espacio. Al medir los movimientos del planeta con el reloj convertimos ese acto natural en una fiesta para nuestras vidas. Como cuando festejamos el año nuevo o nuestro cumpleaños con bombos y platillos. Con este acto le damos al tiempo la categoría de enigma, cuando lo que verdaderamente hicimos fue contar con el reloj un ciclo ya cumplido y otro que comienza. Por el contrario, cada vez que medimos un poste con una cinta métrica no festejamos esa acción, tampoco hacemos fiestas con champaña y globos al medirnos la temperatura corporal, ni mucho menos tiramos la casa por la ventana al calcular el volumen del agua en un recipiente.
Todo esto ocurre porque el tiempo es intangible y el reloj es la parte tangible, tenemos la creencia de que el binomio reloj-tiempo es lo mismo. Al creer que son lo mismo da para más confusiones de las que tenemos, tanto así que nos inventamos absurdos viajes a través del tiempo.
Al ser el tiempo el resultado final o fracciones del conteo de los ciclos de las rocas giratorias hechas por el reloj, lo que nos arroja es el resultado de la medición de los acontecimientos, tanto naturales como sociales, en fechas y efemérides. Las fechas y sucesos son algo intangible o abstracto, y, siendo así, el tiempo también lo es; no obstante, lo sentimos como algo concreto que viene y se va, lo que llamamos noción del tiempo, lo cual detallaremos más adelante. El reloj es lo tangible en esta relación, y así lo sentimos. No sucede así con el concepto de longitud, pues la cual es el resultado de la longitud de las masas hechas con la cinta métrica. Una pared o un árbol se puede medir cuantas veces se quiera, cuyo resultado se consigna en una tabla de valores específica, y no en el álbum de nuestras vidas, no celebramos esa labor de medir longitudes ni volúmenes. Es decir, la pareja cinta métrica-longitud representa algo concreto, tanto así, que se puede medir la longitud de la pared cada vez que se quiera medir; no sucede así con el reloj-tiempo que solo representa fechas y acontecimientos, lo cual son variaciones irrepetibles, es decir, solo se puede medir una vez en nuestras vidas.
3. La hora solo es un patrón de nuestro ciclo terrestre. Recordemos que toda dimensión se mide utilizando un patrón como referencia, ejemplo: el metro o cien centímetros es el patrón de la longitud; el kilogramo o mil gramos es el patrón en la masa; y la hora de 60 minutos es el patrón del tiempo. Todo modelo estándar de medición es una fracción de un todo, y la base de algo que posea cualidades de pequeño, grande o infinito. El metro es una fracción o base medible de toda la longitud infinita del universo. Esto quiere decir que el centímetro, el metro, el kilómetro, etc., son solo una pequeña fracción de toda la longitud del universo. Asimismo, el gramo y en kilogramos son solo una pequeña fracción de toda la masa del universo. Pero la hora es una pequeña y falsa fracción de la eternidad.
Con el reloj ocurre algo semejante pero a la vez extraño, y de aquí otra diferencia con las otras magnitudes. Los patrones de segundo, de minuto, de hora, etc., son fracciones de algo medible y finito como lo es el ciclo de rotación de la Tierra de 24 horas, o de traslación de 365 días; pero no son pequeñas fracciones de los movimientos de las otras esferas del universo, de todo movimiento circular y constante del universo. Quiere decir que el minuto o una hora no son una fracción de los movimientos del planeta Júpiter ni tampoco de un planeta extrasolar; por el contrario, un centímetro o un metro es una pequeña fracción de la longitud de la Tierra, del planeta Júpiter y de todo el universo. No obstante, siendo los únicos seres con vida inteligente, con nuestro patrón del tiempo como lo es la hora o minutos hacemos todos los cálculos de todos los ciclos de los planetas del sistema solar, de los extrasolares, de las galaxias, y de todo lo que se mueva en el universo. La hora terrestre es algo así como la hora intergaláctica. Quizás si existiese vida alienígena en cualquier planeta, ellos tendrán su propia hora intergaláctica, hora basada a lo que arroje los movimientos de su planeta; en tanto su tiempo será el mismo del que tenemos aquí en la Tierra, e igual al tiempo del último planeta de la última estrella del último universo.
La hora, el patrón universal del tiempo, es una pequeña fracción de un ciclo de la Tierra, digamos una pequeñísima y falsa fracción de la eternidad; es decir, una fracción de algo intangible, inexistente como lo es la eternidad. Mientras el metro es una pequeña fracción del universo, algo que es tangible y, por supuesto, existente, no importando que sea infinito.
4. Al tiempo solo le interesa el movimiento de las esferas celestes. Al indicar que el tiempo es la medición y registro de los ciclos de las masas giratorias por medio del reloj, el binomio reloj (herramienta) y tiempo (resultado de ciclos) no tienen ninguna relación con las características físicas de la materia en sí, sino con los movimientos circulares y constantes de la materia en el espacio. Señalamos que al tiempo y reloj no le interesa si la materia es grande o pequeña, si es gaseosa o rocosa, si es lisa o pedregosa, blanca o negra..., solo le interesa que la materia gire. Tampoco importa que girase a mayor o menor velocidad, por todo ello, no nos deterioramos por ninguna característica de la materia, no dependemos de esta, sino de una evolución biológica. Contrario a esto, en el binomio cinta métrica y longitud sí está muy ligada a la materia, le interesa mucho sus cualidades, como lo es lo grande o lo pequeña que esta sea; a la pareja termómetro y temperatura solo le interesa si el cuerpo celeste es gaseoso o rocoso.
5. La medición del tiempo es irrepetible. Lo expresamos brevemente en puntos anteriores, podemos medir el tamaño de un árbol o el de un edificio cuantas veces queramos; del mismo modo, al pesar una libra de arroz en una báscula, la pesamos cuantas veces queramos hacerlo; también al medir el volumen de un cuerpo, o la temperatura de un cuerpo, etc. Contrario a las demás magnitudes, el conteo de ciclos es algo irrepetible, no podemos devolver un ciclo terrestre para volver a medir la duración o variación de algo ya medido por el reloj, y mucho menos los sucesos biológicos y naturales que acontecen en cada giro terrestre, son eventos ascendentes, sin reversas. El crecimiento de un árbol a través del tiempo ya quedó apuntado en una fracción de la eternidad, es un hecho irrepetible. Esto es: todo ciclo o fracción de los giros de la Tierra, y los procesos biológicos de todo ser son irrepetibles, no podemos regresar al pasado, nuestra evolución ascendente no lo permite, nuestras vidas es ascendente.
Pero para darle gusto a nuestra imaginación, supongamos que alguien regresase al pasado. ¿En qué parte del libro de la historia se escribiría ese nuevo suceso?, ¿se escribiría antes o después de nuestros días?
Te invito a leer el capitulo más importante de este ensayo: ¿Por qué sentimos el tiempo acariciar nuestra piel? CLICK
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