Ensayo
El tiempo no da
saltitos inútiles como peces en la red
Autor:
Roberto Carlos Gómez
Sánchez
Capítulo 7. Espejismos y fantasmas cósmicos que «perturban» el
tiempo
Al tener el ser humano una
visión limitada, no le permite observar simultáneamente lo que está
sucediendo en todos los planetas del vasto universo. Tenemos que darnos
por bien servido con el solo hecho de observar con potentes telescopios lo
que sucede en los planetas del sistema solar y lo que sucede en uno que otro
sistema extrasolar. No obstante, las imágenes de estos telescopios tardan
algunos días en llegar a nuestros ojos, esto porque las señales tienen que
hacer un largo recorrido para llegar a nuestro planeta. En caso de que
tuviésemos una potente visión, sin ningún inconveniente podríamos observar
una roca giratoria extrasolar y todo lo que sucede en su superficie, observaríamos
los sucesos de ese planeta simultáneamente con los de nuestro planeta. Y si
existiese vida allí observaríamos a los alienígenas en «vivo y en directo», por
decir algo, trotando en las mañanas, a otros tomando de prisa el autobús para
no llegar tarde al trabajo, otros sacando a su mascota a pasear, otros
preparando su café, etc. Vemos que en el mismo instante transcurre la
cotidianidad de los alienígenas y la de nuestro planeta, porque todo se da en
simultánea, tanto los sucesos terrestres como los del planeta extrasolar; no
importando la cantidad de rotación o traslación del planeta extrasolar, tampoco
importando si ese planeta es más antiguo que el nuestro o si su civilización
sea más avanzada.
La visión de todo
individuo es instantánea, no es un movimiento, tampoco es una onda ni mucho
menos una partícula, no se propaga por el espacio como la luz. Es un error
confundir la luz con la instantaneidad, en este caso con la instantaneidad de
nuestra visión. Lo instantáneo nos muestra la a la simultaneidad de todos los
eventos.
Imaginemos que poseamos
una visión extraordinaria, y que caminamos en el parque de nuestro barrio. Al
levantar la cabeza a cualquier punto del firmamento veríamos a un alienígena en
su planeta paseando a su mascota, y si volteamos la cabeza al parque veríamos
un niño comiéndose un algodón rosado y sosteniendo un globo con la otra mano.
Ambos eventos, lo que hace el extraterrestre y el niño, no tendrían ni una
milésima de segundos de diferencia para nosotros, tampoco para nadie en el
universo. Eso sí, si la mascota del alienígena ladrara no la escucharíamos,
solo veríamos mover su hocico. Y si se pudiese transportarse su sonido, los
escucharían dentro millones de años una futura civilización humana, nosotros
solo veríamos al perro mover su hocico y su
cola.
Pero como ironía del
tiempo, sigamos imaginando, suponiendo que esta vez estamos en nuestra casa
viendo futbol por tv., y, a la vez, nos paramos y echamos un vistazo al
firmamento por la ventana. Digamos que observáramos un alienígena cortando su
jardín, pero al voltear la cabeza para ver el partido de futbol por tv., nos
daríamos cuenta que la señal televisiva tarda más segundos en llegar a nuestros
ojos que la del extraterrestre cortando sus flores. Esto sucede porque la
visión es instantánea, no es una onda o partícula, mientras la señal de tv., sí
necesita un medio para viajar. Y si asomáramos la cabeza nuevamente por la
ventana del edificio para ver al estadio de futbol donde se desarrolla el
encuentro futbolístico (no la tv.), y de nuevo vemos al alienígena, nos damos
cuenta que ambas acciones, tanto el partido de futbol y al alienígena baldeando
las flores, acontecen en el mismo momento.
Todos los eventos del
universo ocurren en el mismo presente, pero la limitada vista humana y la poca
tecnología impide demostrarlo. Al no tener la visión privilegiada, no nos
queda más que echar mano de toda fantasía cósmica que se nos pase por la
cabeza. Somos proclives a inventarnos falsas premisas, como: escalas y dimensiones
del tiempo, universos paralelos, viajes a través del tiempo, relojes que se
transfigura e inmolan a la velocidad de la luz, gemelo envejeciendo más que su
otro gemelo, etc.
Nuestra visión no es una
onda, no se propaga por algún medio, porque es instantánea. Siendo así podemos
observar todo en simultánea, pero lastimosamente solo a una distancia limitada.
Con una visión importante, todos los acontecimientos, aquí y en cualquier
planeta de la última estrella del último universo, los veríamos transcurrir al
mismo instante sin tantas dimensiones y fantasmas cósmicos, y otras pendejadas.
El robot Curiosity, el
cual fue enviado a explorar a Marte, en su misión observó cada suceso en el
mismo presente con todos los eventos de la Tierra y de todo el universo, y al
momento que nos remitió toda la información a nuestro planeta, estas imágenes
tardaron días en ser recibida por el ojo humano, de este modo se engaña la
simultaneada del tiempo. Si tuviésemos la anhelada visión especial, veríamos
las acciones de Curiosity al instante. Así sucede con la señal de tv. en una
trasmisión en vivo, digamos un evento deportivo, dicha señal tiene que pasar
por varios filtros: viajar por el aire o mar, después llegan a dispositivos
especiales, y estos distribuyen la señal a todos nuestros hogares. Y dicha
señal nos llega por: radio, televisión e internet. Incluso, las señales a
través de estos tres medios llegan en tiempos distintos. Pero la acción real de
ese evento deportivo ocurrió en simultánea para todos los rincones del planeta.
Al igual que la luz que
nos llega de las estrellas, esta luz tiene que viajar inmensas distancias para
luego tocar a nuestro planeta. Esas luces espaciales son una onda, no son
instantánea como la visión. Sucede que nosotros no estamos al tanto de esta
diferencia, al ver llegar estas luces pareciere que llegaran del pasado, pues
fueron emitidas quizás en la época de los dinosaurios y apenas la percibimos en
nuestro cielo. Y es que al mismo tiempo confundimos la fuente con la señal,
es decir: la estrella que es la fuente, y la luz que es la señal emitida. A
cortas distancias vemos un bombillo iluminar un árbol, no hay problemas en
distinguir al bombillo (fuente de luz) y la luz, y el receptor (árbol). Pero a
distancias descomunales, confundimos la estrella (fuente) con la luz que emite,
creemos que es lo mismo.
El tránsito de la luz de
una estrella a otro cuerpo celeste tarda millones de años en tocarlo, debido a
este fenómeno no nos alcanzaría la vida para ver todo ese luminoso camino. En
ese fragmento que recorre la luz de una estrella a la Tierra: nace y desaparece
un continente, muere y nace una especie, nace y muere una civilización... Si
tuviésemos una gran visión veríamos la estrella y la luz por separado: por un
lado, la estrella en su forma redonda, como nuestro sol; y por el otro lado, la
luz propagándose por el espacio, como una bombilla encendida en la noche
oscura. En nuestra cotidianidad vemos la bombilla en su forma natural (no
distorsionada) y su luz brillando, pues allí no se hace necesario tener una
visión especial. Cuando una estrella emite su luz en el espacio, y cuando
recibimos dicha luz, uno que otro despistado creerá que viene del pasado, aquí
lo que ha viajado es la luz, no la estrella. Esa estrella quizás ya no existe,
pero aún existe su luz. Pues quien sabe si la estrella murió en la edad media o
en otra época de nuestra historia, por decir algo, el caso es que todavía
podemos apreciar su luz en el cielo nocturno, ya que su luz apenas nos llega
después de años de recorrido, pero muy pronto desaparecerá.
Vale la pena repetir: una
cosa es la fuente de luz (estrella) y la otra es la luz (onda-partícula) que
emite esa fuente, lo que recibimos es la luz de la estrella, no la estrella.
El error es creer que la fuente de luz y la luz son lo mismo, es como
confundir al remitente con la carta. Para nuestra visión le es difícil
diferenciar en el cielo una estrella y una luz de estrella, por tanto, nos
inventamos cuantos fantasmas cósmicos se nos ocurra. Por el contrario, con una
visión extraordinaria sería como ver un bombillo y su luz, y de manera
instantánea.
Si pudiésemos tener el
privilegio de observar el nacimiento de una estrella, nos daríamos cuenta que
dicho evento transcurriría en simultánea con el hoy de nuestro planeta, con
nuestra civilización, no con civilizaciones pasadas. En este evento, nuestra
civilización, solo observará instantáneamente las primeras luces de la estrella
reciente, puesto que a nosotros no nos alcanzaría la vida para sentir en la
piel esos primeros rayos. Como en una carrera atlética de relevos, le
correspondería a una futura civilización llegar a la meta, en este caso
disfrutar el calorcillo de la estrella, por allá dentro de millones de años.
Nuestra civilización vería nacer la estrella (redonda como el sol), y avanzar
su onda-partícula hacia nosotros; una futura generación de millones de años
verá la luz avanzar más; otra verá la estrella agotar su combustible; otra la
verá desaparecer; otra civilización seguirá viendo solo la luz acercarse más a
nuestro planeta; y otra generación es la que podrá sentir sus rayos. Todas las
civilizaciones presentes observaron dicho evento, la parte que le correspondía
ver, instantáneamente. Pero la cruel realidad es que no poseemos una visión extraordinaria,
por tanto, algunos despistados de esa última generación confundirán la fuente
con su luz, donde lo único que existe es la luz, no la fuente.
Un bombillo prendido toda la
noche, durante ocho horas, lo veríamos sin ningún problema, en ese lapso
sucedieron muchas cosas a nuestro alrededor, las cigarras y gatos cantaron, por
ejemplo. Eventos cotidianos; pero a en largos periodos de tiempo, desde luego,
los eventos serán milenarios, como los reseñados anteriormente.
Para entender un poco más
el argumento de que todo evento ocurre en simultánea en cada punto del
universo, es bueno trasladar ese caso a un evento cotidiano y cotejarlo con
un evento sideral.
Trasladémonos a un estadio
de beisbol. Un pelotero lanza su pelota y se produce un home run a las
8:00 p. m. de la noche. En ese lugar todo ocurrió en un mismo presente, a esa
hora puntual, tanto para el lanzador como para el home runero y
para todos los espectadores del estadio, también para todos los habitantes de
la Tierra y para los habitantes del último planeta de la última estrella del
último universo. Esto porque todo transcurre instantáneamente en cualquier
punto del universo, lo expresó Isaac Newton. Para los espectadores que están en
sus hogares viendo el evento por señal televisiva, también esa acción sucedió
en simultánea, la diferencia es que ellos recibirán el home run unos
segundos o minutos después. Pues la señal u ondas tardan en viajar a sus
hogares, digamos que a los televidentes les llegó esa jugada a las 8:01 p. m.,
incluso para aquellos que viven cerca del estadio. Para ser claro, lo que llegó
a los hogares fue la señal, no la fuente. Ahora supongamos que se dañase la
señal de tv. A lo mejor el desesperado televidente se sube en una palmera del patio
de su casa, y de ese modo observaría ese home run en simultánea con los
espectadores del estadio a las 8:00 p. m., no esperaría que la señal le llegue
por tv., unos segundos o minutos después de esta jugada de beisbol.
Esa importante acción del
beisbol se complica si ese evento se realizase en un exoplaneta, y ellos
emitieran dicha señal a todos los rincones del universo. Es decir, un home
runero alienígena despacha la pelota a las graderías del estadio, en este
caso sería nuestra futura generación la que recibiría la señal de esa jugada,
ya que la onda-partícula tardaría millones de años en llegar a nosotros. A los
futuristas les llegará las imágenes, mas no la fuente de la imagen. Pues ya la
fuente no existe, el pelotero alienígena y todos los espectadores ya murieron y
el estadio tal vez se halla debajo de los escombros. Ante esto muchos pensarán
que la señal les ha llegado del pasado, pero son puros fantasmas cósmicos.
Ahora imaginemos que tuviésemos una visión extraordinaria. Al hacerlo, nuestra generación
vería el partido de beisbol en el mismo instante con cualquier acción que
estemos realizando, y la anotaríamos en el álbum de la historia para que las
otras generaciones se enterasen de lo sucedido. Y cuando a la futura generación
les llegue la señal de tv., ellos de antemano ya estarían enterados del evento
de beisbol, ya que revisaron el álbum de la historia que escribimos y leyeron
la jugada, o vieron el video grabado por una potente cámara, y por tanto, no
creerán en fantasmas cósmicos. Y miren la curiosidad que acarrean las grandes
distancias en el universo, en nuestro ejemplo, la futura generación ya sabe la
historia de antemano (el home run), irónicamente una historia que no les
había llegado aún.
Con una visión poderosa,
viendo todo lo que sucede en el universo instantáneamente no habría confusión
con la simultaneidad del tiempo, no importa la distancia, tampoco la velocidad
de la luz. Es como si le dijésemos a alguien por correo electrónico, o por
cualquier medio de comunicación, que le hemos enviado un regalo por correo
físico, y como sabemos que este tipo de correo tarda días en llegar a su
destino, cuando el receptor reciba su regalo no tendría motivos para pensar en
confusiones del tiempo. Pero si esto sucede a distancias extraordinarias,
motivos tendría para confusiones.
En todo caso, para no
dejar algún cabo suelto sobre estos temas, en relación de que todo evento en el
universo ocurre de manera instantánea para cualquier observador, sobre la luz y
la fuente de luz, y del viaje de la luz o cualquier otra señal a distancias
inconmensurables, me he dado a la tarea de inventar un tercer observador. Pero
no es cualquier observador, es muy peculiar, un personaje que he extraído de la
ciencia ficción, y al cual he llamado: El
Águila Especial. Llamado así puesto que posee una visión extraordinaria y
un promedio de vida de cien millones de años aprox. Sin más, esta ave
imaginaria (que podría ser quien lee este ensayo), con su potente visión tiene
la facultad de observar los ciclos de todas las masas giratorias de todo el
universo en un mismo instante. Para cualquier experimento mental que se nos
ocurra, a este tercer observador o ave imaginaria la ubicaremos siempre en un
lugar estratégico o «zona vip» del espacio, y le daremos un protagonismo
importante más adelante, cuando con «dibujitos y plastilina» refutaremos la
paradoja de los gemelos o relojes.
Por el momento, y
siguiendo echando mano de experimentos mentales, ya que la imaginación no tiene
límites, veamos de nuevo el fenómeno del nacimiento de una estrella. Una
estrella que nació hace millones de años y su luz viaja hacia nuestro planeta,
hasta llegar a nuestros días. Con las características que posee el ave, esta
puede observar el nacimiento de la estrella instantáneamente, sin fantasmas
cósmicos, luego su luz caminar lentamente por el espacio de un punto a otro
punto. Entre otras cosas, el caminar de la luz de un punto a otro en el
espacio, es un fenómeno muy lento si se observa desde largas distancias,
desde otra estrella. Por lo tanto, El Águila se aburrirá mirando la luz caminar
al ritmo de un gusanito, un gusanito luminoso. «Más tarde», quizás millones de
años después, el ave verá morir a la estrella, pero seguirá viendo la luz
viajando solitaria por el espacio, pues murió el emisor más no el mensaje, en
este caso murió la estrella no su luz. Al final, otros millones de años
después, el ave verá la solitaria luz estrellarse o iluminar el planeta.
En este ejemplo, al Águila
nadie le podrá echar cuentos de fantasmas cósmicos, pues observó toda la acción
del fenómeno en el mismo momento. El Águila Especial anotó en su cuaderno de
notas: el nacimiento de la estrella, su luz caminar como un gusanito de la
estrella al planeta, el agotamiento de su combustible, su desaparición, y su
luz continuando su camino por el espacio al ritmo del mismo gusanito luminoso.
En el transcurso de ese lento fenómeno, el ave volteaba su cabeza de vez en
cuando y echaba un vistazo a nuestro planeta para ver que acontecía, el ave
anotó lo siguiente: el nacimiento de los dinosaurios, el asteroide que los
extinguió, luego los primates, el origen del hombre, el origen del fuego, su
civilización, sus eternas guerras, hasta nuestros días o la fecha en que llegan
los primeros rayos de luz de la estrella. El receptor final de los rayos
de la estrella extinta pensará que la luz viene del pasado a nuestro
futuro; pero para el águila especial, quien no perdió de vista cada
detalle del suceso, todo trascurrió bajo la normalidad de todas las leyes
naturales, y al leer sus anotaciones estas nos sacarían de cualquier duda
científica.
El nacimiento y muerte de
la estrella, y el caminar de su luz por el espacio transcurrió en simultánea
con todo lo que sucedía con el planeta Tierra, con el sistema solar y más allá
de la vía láctea. El ave vio que los sucesos de la estrella, su deterioro o
pérdida de combustible, ocurrieron a la vez o paralelamente con la evolución de
la especie y el deterioro del planeta. Pero para la última civilización, la que
recibió la luz de la estrella muerta, lo que realmente observaría en el
firmamento oscuro es la luz, mas no su fuente de luz.
Es comprensible no saber
distinguir una estrella verdadera y la luz de una estrella muerta, ya que de
noche todos los gatos son pardos.
Para muchos, y es verdad,
cuando se habla de luces de estrellas que nacieron en la época en que los
dinosaurios dominaban la Tierra, aquella Tierra primitiva, piensan que esas
luces, las cuales apenas estamos recibiendo, nos llegan con aromas fantasmagóricas
de dinosaurios. Nos dan a entender que estas iguanas gigantes regresaron del
pasado con la estrella, pero solo son fantasmas cósmicos, porque quizás estos
animales desaparecieron en la misma época en que la estrella agotó su
combustible, y su luz siguió viajando. Los dinosaurios son cosa del pasado, de
la Tierra primitiva, ahora son petróleo para mover máquinas y no zombis
espaciales viajando con luces de estrellas.
Hemos enfatizado que las
luces que vemos en el firmamento de la noche, muchas son de estrellas que tal
vez ya no existen; en todo caso, son luces antiguas de hace millones de años,
las cuales recepcionamos como nueva. Les corresponde a los científicos, con
dispositivos especiales, quienes resuelvan cuales son las estrellas muertas y
cuáles son las estrellas vivas que flotan en el cielo nocturno. Para nosotros,
gente del común, no tenemos acceso a esos dispositivos para estar diferenciando
en el cielo estrellas y luces de estrellas. De todos modos, esta confusión
radica por la tardanza de la dispersión de la luz en el espacio, esta tarda
millones de años en llegar a nuestro planeta, apenas nos están llegando a
nosotros luces generadas por estrellas o explosiones de estas en la época de
los dinosaurios, pero en realidad son luces de estrellas extintas. Si tuviésemos una visión privilegiada
veríamos las estrellas redondas como nuestro sol, con nuestra visión normal
tenemos que conformarnos con el modelo de estrellas que vemos en el cielo:
difusas y palpitando.
Esta confusión de estrellas
(fuente) y luces (onda-partícula) no se presentaría si el que viajase a
velocidad aproximada a la luz fuese un asteroide o un cometa. Pues en este
caso, el objeto es solo una fuente, el cual no emite ondas ni partículas,
siendo así no dejaría fantasmas vagando por el espacio si llegase a
desaparecer. Estos objetos al no emitir luz propia no lo percibimos en el cielo
como sí lo hacemos con una estrella a medida que su luz avanza hacia nosotros.
Solo sentimos estos objetos opacos cuando colisionan con el planeta, y si
tenemos suerte lo detectamos a tiempo con potentes telescopios, y tomamos las
medidas pertinentes para salvaguardar la humanidad. El caso es que no vemos los
objetos opacos en el cielo nocturno, solo los que están dentro del sistema solar.
¿Y qué tal si un asteroide viajase con huevos de dinosaurios en su
superficie? En el caso de que dicho objeto chocase con nuestro planeta
veríamos a los dinosaurios ya creciditos sobre su superficie. No habría motivos
para especulaciones. No pensaríamos que han viajado a través del tiempo, o que
viene del pasado con los fantasmas de los dinosaurios, puesto que no son
fantasmas, sino dinosaurios de verdad, los cuales se «desempollaron» de sus
huevos mientras el cometa o asteroide se encaminaban por el espacio
interestelar. Simplemente, mientras el asteroide se desplazaba hacia la Tierra,
los dinosaurios salieron de sus huevos, dominaron la superficie del asteroide
durante millones de años, luego estos animales sobreviven o desaparecen al
chocar con la Tierra. En este ejemplo no confundimos el emisor con el mensaje,
pues se trata de un cuerpo sin mensaje, un cuerpo opaco, no enviaba ondas o
partículas de luz. Aquí el emisor o fuente no muere como la estrella, la fuente
muere al chocar con el planeta.
Si el ser humano pudiese
tener una visión poderosa, tan grande que le permitiese ver una civilización
primitiva de un planeta lejano, la veríamos en tiempos simultáneos a la
nuestra, paralelamente, es decir, veríamos la Tierra civilizada de hoy en
contraparte con la civilización del planeta extrasolar primitivo, en formación.
El ser humano vería nuestra tecnológica avanzando mucho más, quizás carros
voladores; y en el mismo momento le «echaría un ojo» a la época de las cavernas
de aquellos alienígenas primitivos, al hacerlo veríamos a esos extraterrestres
dominando el fuego y las demás especies, sus civilizaciones, sus guerras,
su desarrollo tecnológico, etc. Este ejemplo podría compararse, a menor escala
de tiempo, como cuando nosotros vemos crecer a las personas de nuestra vecindad
y ellos a nosotros.
Sabemos que para los
Newtonianos todo transcurre en simultaneidad en el universo, pero para los
relativistas todo es distinto. Las premisas relativistas expresan: «dos eventos
no ocurren en simultánea en distancias extraordinarias y a velocidades de la
luz». Ellos argumentan, o por lo menos deduzco de sus teorías, que si una
civilización de un planeta extrasolar pudiera observarnos no observaría la
Tierra actual o nuestro presente, según ellos, ese planeta alienígena
observaría nuestro mundo prehistórico con sus dinosaurios, porque son dos
espectadores ubicados a largas distancias, y su luz emplearía millones de años
en llegar a nosotros. Entendería que no reconocen que la visión del ojo humano
o de cualquier extraterrestre es instantánea, que no es un movimiento, tampoco
onda ni partícula, la cual no tiene que propagarse o viajar largas distancias
como la luz o el sonido hasta llegar a nosotros. Pero debido a nuestra
limitación visual creemos que la luz es igual a la simultaneidad, y como,
al parecer, la luz se curva en el espacio, muchos creen que el tiempo también
lo hace, siendo eso un gran error, el cual genera muchos más espejismos y
fantasmas cósmicos de los que existen en la actualidad.
Retomando el mismo
ejemplo, si esos mismos alienígenas nos enviasen señales o imágenes hoy, por
supuesto que estas tardarían millones de años en llegar a la Tierra. Los
habitantes o civilización que envió esa señal de ese planeta extrasolar ya no
existirán cuando el mensaje llegue a la Tierra; desde luego, tampoco nuestra
generación existirá, una futura generación sería la encargada de
recepcionar y decodificar con una piedra Rosetta las imágenes emitidas por
los alienígenas. A la larga, fueron señales que navegaban por el espacio
mientras se extinguía y nacían nuevas generaciones en los dos planetas, tanto
el terrestre y el extrasolar.
Supongamos que hace cien
años se hayan enviado imágenes de Charles Chaplin al espacio, y esta fuese
capturada por una civilización extraterrestre dentro de millones de años,
lógicamente ellos estarían viendo un suceso de nuestro pasado, de alguien que
ya no existe. Recibieron una imagen no la fuente de la imagen, de un evento
determinado, ocurrido en un segmento de ciclo de nuestro planeta, contabilizado
por nuestro reloj y apuntado en el álbum de la historia, envuelto en una
botella y luego arrojado al mar espacial.
En nuestra cotidianidad se nos hace más fácil diferenciar la fuente y
la onda o señal. Por ejemplo, cuando mantenemos comunicación vía telefónica
o video llamada con alguien. Aquí, tanto la conversación e imágenes del emisor
como la del receptor recorren la atmósfera o la fibra óptica. Cada palabra e
imagen nos llegará con segundos de retraso, porque el sonido e imágenes tienen
que propagarse por el aire o mar. Cada sonido fue emitido en el mismo presente
de ambos, aunque nos llegue un poquito tarde pareciera que el sonido es instantáneo,
pero lo que verdaderamente es instantáneo es la conversación. Si tuviésemos una
visión relevante, y pudiésemos ver a la persona que está al otro lado de la
línea telefónica, sin ningún dispositivo de video llamadas: veríamos primero
sus gestos labiales sin escuchar sus palabras, y después escucharíamos su voz
por el teléfono. A más de que existen miles de llamadas al día, y estas se van
a toparse en nuestra atmósfera; incluso se cruzan las unas con las otras,
recibimos sonidos de otras personas todas generadas en simultánea, y nos
llegarán con segundos de retraso. Esto podemos compararlo con el fenómeno
físico de los rayos bajo la lluvia, primero observamos su destello en el cielo,
y segundo más tarde su sonido.
Pero este ejemplo se
complica más si pudiésemos conversar o chatear con miles de civilizaciones de
planetas extrasolares, cuyas imágenes y videos tendrían que llegarnos millones
de años después de emitido el mensaje, y ni qué decir del sonido si pudiese
llegarnos. Si poseyésemos una visión potente y conversáramos por teléfono con
un alienígena veríamos sus gestos al hablar, mas no su sonido, pues este
llegará dentro de millones de años, si la física lo permite. Desde luego,
tenemos que tener un promedio de vida de millones de años y mucha paciencia
para esperar cada mensaje de nuestros interlocutores alienígenos. Por ello,
sería una futura generación la que recepcionaria el sonido y los videos de las
imágenes emitidas por el alienígena. Y en ese tráfico espacial se cruzarán
muchos sonidos e imágenes, de todos modos habrá algún despistado el cual
pensará que son fantasmas cósmicos viajando y chocando por el espacio.
Sigamos un poco más con
este tema de la señal y su fuente, coloquemos otro ejemplo cotidiano, en este
caso con un evento deportivo que se realiza en la China, un partido de futbol
para ser más preciso. En ese evento un jugador anota un gol olímpico. Dicha
señal de tv. o radio tardaría algunos minutos en llegar a cualquier país de
América, incluso la señal de tv. y radio llegan en diferente tiempo en cada
país, pues la señal viaja por nuestra atmósfera o por el mar después de
realizada la acción. La acción sucedió en el estadio, se queda en el
estadio y no vuelve a repetirse, lo que se propagó es la señal de la
acción, y esta llega tarde a los países de América. Es fácil comprender que no
se propaga el cuerpo físico ni el estadio, ni el vendedor de espaguetis con
palillos: ellos permanecen en la China.
Hasta aquí no hay
confusión alguna, pero la dificultad se presenta si ese partido se jugase en un
planeta ubicado a una distancia descomunal al nuestro, dado que en este caso el
retraso de la señal no será de cinco minutos, sino de cinco millones de años,
será otra civilización quien reciba las imágenes de ese gol olímpico. Es decir,
esa civilización alienígena que presenció la acción ya no existiría para
entonces, y aquí en la Tierra habría otra civilización distinta a la que
observó esa anotación de gol en aquel momento. La señal vagó dentro de la
botella en esos largos años por el ancho mar del espacio, no el estadio ni el
autor del golazo, pues no es un huevo dinosaurio sobre un cometa. Y mientras
navegaba la botella por el espacio, en ambos puntos, tanto en la Tierra como en
el exoplaneta, se transformó la materia y ocurrieron eventos naturales y
sociales. Toda la materia alienígena se quedó en el exoplaneta, quizás ya no
existe, existió en un fragmento de la historia de aquella roca giratoria. Pero
su imagen sigue dando vueltas por el universo, como uno de tantos fantasmas
cósmicos que confundimos como algo del pasado, al igual que las luces de
estrellas extintas que vemos como estrellas en nuestro cielo.
Las señales viajan lentamente por el universo como una botella con
poemas de amor navegando por el mar. El poeta o emisor se queda en la
playa, él no viaja dentro de la botella, quien lo hace es su poema. Y si
transcurridos doscientos años hallan la botella, el poeta ya ha muerto, lo que
hallaron fueron parte de su vida amorosa o una parte de su señal al mundo, no su
pasado, pues él no viajó dentro de la botella, su pasado no trascurrió dentro
de ella. Esta es otra diferencia entre la señal y la fuente
Por todo ello, desde
nuestro punto de vista, comprendemos que Isaac Newton posee la razón al
plantear la simultaneidad del tiempo para todos los eventos posibles en
cualquier punto del universo, y para cualquier observador, tanto estático como
en movimientos. No pueden existir tiempos distintos en cada punto del
universo, ni aquí en la Tierra ni en el último planeta de la última
estrella del último universo.
Ahora te invito a seguir leyendo La velocidad de la luz no le saca canas a la primavera. CLICK
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