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6 nov 2020

¿ Existe el tiempo? ¿El tiempo se destruye? ¿Qué es el tiempo? ¿Se puede viajar en el tiempo? ¿Qué pasa si la tierra gira al revés? En este ensayo te lo explicamos con dibujitos y plastilina.

 

 Ensayo

El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red

Autor:

Roberto Carlos Gómez Sánchez 


      Capítulo 3.  El tiempo sí se crea y se destruye, y no se transforma


  De la frase célebre: «nada se crea ni se destruye, solo se transforma», se concluye que siempre existirán las magnitudes físicas en el universo. Ante este concepto siempre existirá una cinta métrica midiendo longitudes, porque las masas, tanto grandes como pequeñas, son reciclables y, por lógica, siempre existirán. Las masas albergan energía, se necesita medir dicha energía, como resultado apareció el termómetro y la noción de temperatura; se necesita una atmósfera para vivir en cualquier planeta, así que nació el barómetro y la percepción de presión atmosférica; necesitábamos medir los líquidos, entonces se estableció el litro y volumen; era necesario saber la próxima cosecha de tomates, brotó el reloj y el misterioso tiempo; además de otras magnitudes. Como apreciamos: siempre existirá el concepto de magnitud. Pero esa célebre frase tiene su excepción, dado que el tiempo sí se crea y se destruye, y no se transforma. Al ser el tiempo algo intangible, esa frase solo encajaría en lo referente a la materia. Como explicamos en el capitulo Principio y fin del binomio reloj-tiempo, para que germine el tiempo solo se necesita que un cuerpo celeste gire constantemente; y se destruye o llega a su fin si la masa dejase de girar. De todos modos en el universo siempre existirá la materia, la cual lleva intrínsecamente sus movimientos constantes en el espacio|, ante esto nos dará pie que el tiempo no nació y nunca tendrá fin. Por lo demás, nunca se podrá transformar el tiempo, no lo reducimos ni  lo alargamos.

     Existen diferencias muy marcadas entre el tiempo y las demás magnitudes, las cuales precisamos a continuación:

1. El tiempo es la única magnitud intangible. Un cuerpo puede aumentar o disminuir su masa, su temperatura, su volumen, sus movimientos en el espacio; mas no puede aumentar o disminuir el tiempo. Como lo hemos señalado en lo corrido del texto: «Nuestro sistema biológico es independiente a cualquier cambio de movimiento celeste; por lo tanto, si cambiasen los movimientos de la Tierra en el espacio, no rejuvenecemos ni envejecemos más de lo normal». Quiere decir que el tiempo no aumenta ni disminuye al acelerar o ralentizar los movimientos terrestres. Esto es debido a que el tiempo es la única magnitud física intangible, aunque su instrumento de medición, como lo es el reloj, no lo sea. Las otras magnitudes con sus respectivos instrumentos de mediciones son tangibles, las podemos palpar y partir en los pedazos que queramos, como por ejemplo: la cinta métrica que mide la longitud de un cuerpo, en este ejemplo a un árbol lo podemos cortar y disminuye su longitud; otro ejemplo es el termómetro y la temperatura, la báscula y el peso, etc.

     Ejemplifiquemos este asunto para quedar tranquilos. Al medir una pared contabilizamos su longitud con la cinta métrica, y si después le añadimos más ladrillos a la pared, claro, aumenta su longitud; pero ante este cambio de longitud no le añadimos ni un solo centímetro a la cinta métrica sino solo a la pared. Esto sucede porque ambos elementos son tangibles, lo podemos palpar a simple vista. Por el contrario, si la Tierra girase más de prisa en su eje de rotación, digamos que aumentase de 24 a 28 horas al día, en este caso necesariamente tendríamos que añadirle cuatro números al reloj o echarle más granitos al recipiente del reloj de arena, para que de este modo ajustemos las nuevas condiciones que nos impone el movimiento de rotación. Pero eso no significa que nosotros tengamos cambios repentinos, que mutemos de repente y nos hagamos más viejo o más joven; es decir, que nos transformemos para ajustar nuestras vidas a los cuatro númeritos que le añadimos al reloj (tiempo). Pero como también lo hemos expresado a lo largo de este ensayo: nuestro tiempo, nuestras vidas, cada evento natural y social, la trasformación de la materia, las variaciones de cada uno de estos eventos seguirían su curso normal. Por ningún motivo se le añadirían cuatro canas a la primavera.   

     En cuanto a este hecho, de que en el futuro tengamos que añadirle más números a nuestro reloj actual, no está lejos de la realidad. El ritmo de velocidad de los movimientos de los cuerpos celestes, el acelerar o desacelerar, dependen de la injerencia de otro astro. Estos fenómenos ocurren por las leyes de la gravitación universal de Isaac Newton. En nuestro caso, el planeta Tierra desacelera al alejarse nuestra luna, como lo dijimos al principio, esta se aleja cuatro cm por año. En este momento la Tierra desacelera, siendo una cifra muy pequeña que no alcanzamos a palparla en nuestros días; pero dentro de unos cuantos milenios será evidente, lo más seguro es que las aguas de los mares serán más tranquilas y no erosionarían las rocas, perduraran los continentes e islas; y los eclipses solares se parecerán a la figura de un ojo cósmico mirándonos, por tanto. Pero en lo concerniente a este ensayo, es que al alejarse la luna ejercería poca influencia gravitatoria sobre nuestro planeta, ante este fenómeno la Tierra ralentizará su movimiento de rotación, y en un futuro los días serán más largos. Como consecuencia tendríamos que añadirles números o granos de arena al reloj.

     Elucubremos al respecto. Supongamos que en el futuro la rotación de la Tierra llegase a 28 horas, obvio, tendríamos que ajustar un reloj a 28 horas: 14 horas para el día solar, y la misma cantidad para la noche. En este ejemplo el reloj quedaría con 14 palitos o números. Solo le agregamos cuatro horas al reloj; pero no le agregamos ni un solo segundo o minutos a nuestra evolución, y la futura generación no va envejecer más lentamente que la nuestra. Solo se amplió la duración del día terrestre, el desarrollo biológico de los individuos continúa dentro de las leyes naturales (anatómicas), ya que es un proceso inquebrantable.

     A medida que la luna se distancie más de nosotros, gradualmente tenemos que manipular el reloj con el avanzar de su lejanía (hasta el momento no se hace). Primero ajustamos los segundos, después minutos y por último las horas. Supongo que este ajuste ha de realizarse cada siglo, cuando la ralentización de la Tierra se haga notable, por el momento no lo es.   

2. Solemnidad a cada ciclo terrestre. Otras de las diferencias entre el tiempo y las otras magnitudes radican en la solemnidad que le damos a la medición de cada giro de la Tierra en el espacio. Al medir los movimientos del planeta con el reloj convertimos ese acto natural en una fiesta para nuestras vidas. Como cuando festejamos el año nuevo o nuestro cumpleaños con bombos y platillos. Con este acto le damos al tiempo la categoría de enigma, cuando lo que verdaderamente hicimos fue contar con el reloj un ciclo ya cumplido y otro que comienza. Por el contrario, cada vez que medimos un poste con una cinta métrica no festejamos esa acción, tampoco hacemos fiestas con champaña y globos al medirnos la temperatura corporal, ni mucho menos tiramos la casa por la ventana al calcular el volumen del agua en un recipiente.

     Todo esto ocurre porque el tiempo es intangible y el reloj es la parte tangible, tenemos la creencia de que el binomio reloj-tiempo es lo mismo. Al creer que son lo mismo da para más confusiones de las que tenemos, tanto así que nos inventamos absurdos viajes a través del tiempo.

     Al ser el tiempo el resultado final o fracciones del conteo de los ciclos de las rocas giratorias hechas por el reloj, lo que nos arroja es el resultado de la medición de los acontecimientos, tanto naturales como sociales, en fechas y efemérides. Las fechas y sucesos son algo intangible o abstracto, y, siendo así, el tiempo también lo es; no obstante, lo sentimos como algo concreto que viene y se va, lo que llamamos noción del tiempo, lo cual detallaremos más adelante. El reloj es lo tangible en esta relación, y así lo sentimos. No sucede así con el concepto de longitud, pues la cual es el resultado de la longitud de las masas hechas con la cinta métrica. Una pared o un árbol se puede medir cuantas veces se quiera, cuyo resultado se consigna en una tabla de valores específica, y no en el álbum de nuestras vidas, no celebramos esa labor de medir longitudes ni volúmenes. Es decir, la pareja cinta métrica-longitud representa algo concreto, tanto así, que se puede medir la longitud de la pared cada vez que se quiera medir; no sucede así con el reloj-tiempo que solo representa fechas y acontecimientos, lo cual son variaciones irrepetibles, es decir, solo se puede medir una vez en nuestras vidas.

3. La hora solo es un patrón de nuestro ciclo terrestre. Recordemos que toda dimensión se mide utilizando un patrón como referencia, ejemplo: el metro o cien centímetros es el patrón de la longitud; el kilogramo o mil gramos es el patrón en la masa; y la hora de 60 minutos es el patrón del tiempo. Todo modelo estándar de medición es una fracción de un todo, y la base de algo que posea cualidades de pequeño, grande o infinito. El metro es una fracción o base medible de toda la longitud infinita del universo. Esto quiere decir que el centímetro, el metro, el kilómetro, etc., son solo una pequeña fracción de toda la longitud del universo. Asimismo, el gramo y en kilogramos son solo una pequeña fracción de toda la masa del universo. Pero la hora es una pequeña y falsa fracción de la eternidad.

     Con el reloj ocurre algo semejante pero a la vez extraño, y de aquí otra diferencia con las otras magnitudes. Los patrones de segundo, de minuto, de hora, etc., son fracciones de algo medible y finito como lo es el ciclo de rotación de la Tierra de 24 horas, o de traslación de 365 días; pero no son pequeñas fracciones de los movimientos de las otras esferas del universo, de todo movimiento circular y constante del universo. Quiere decir que el minuto o una hora no son una fracción de los movimientos del planeta Júpiter ni tampoco de un planeta extrasolar; por el contrario, un centímetro o un metro es una pequeña fracción de la longitud de la Tierra, del planeta Júpiter y de todo el universo. No obstante, siendo los únicos seres con vida inteligente, con nuestro patrón del tiempo como lo es la hora o minutos hacemos todos los cálculos de todos los ciclos de los planetas del sistema solar, de los extrasolares, de las galaxias, y de todo lo que se mueva en el universo. La hora terrestre es algo así como la hora intergaláctica. Quizás si existiese vida alienígena en cualquier planeta, ellos tendrán su propia hora intergaláctica, hora basada a lo que arroje los movimientos de su planeta; en tanto su tiempo será el mismo del que tenemos aquí en la Tierra, e igual al tiempo del último planeta de la última estrella del último universo.  

     La hora, el patrón universal del tiempo, es una pequeña fracción de un ciclo de la Tierra, digamos una pequeñísima y falsa fracción de la eternidad; es decir, una fracción de algo intangible, inexistente como lo es la eternidad. Mientras el metro es una pequeña fracción del universo, algo que es tangible y, por supuesto, existente, no importando que sea infinito.

4. Al tiempo solo le interesa el movimiento de las esferas celestes. Al indicar que el tiempo es la medición y registro de los ciclos de las masas giratorias por medio del reloj, el binomio reloj (herramienta) y tiempo (resultado de ciclos) no tienen ninguna relación con las características físicas de la materia en sí, sino con los movimientos circulares y constantes de la materia en el espacio. Señalamos que al tiempo y reloj no le interesa si la materia es grande o pequeña, si es gaseosa o rocosa, si es lisa o pedregosa, blanca o negra..., solo le interesa que la materia gire. Tampoco importa que girase a mayor o menor velocidad, por todo ello, no nos deterioramos por ninguna característica de la materia, no dependemos de esta, sino de una evolución biológica. Contrario a esto, en el binomio cinta métrica y longitud sí está muy ligada a la materia, le interesa mucho sus cualidades, como lo es lo grande o lo pequeña que esta sea; a la pareja termómetro y temperatura solo le interesa si el cuerpo celeste es gaseoso o rocoso.

5. La medición del tiempo es irrepetible. Lo expresamos brevemente en puntos anteriores, podemos medir el tamaño de un árbol o el de un edificio cuantas veces queramos; del mismo modo, al pesar una libra de arroz en una báscula, la pesamos cuantas veces queramos hacerlo; también al medir el volumen de un cuerpo, o la temperatura de un cuerpo, etc.  Contrario a las demás magnitudes, el conteo de ciclos es algo irrepetible, no podemos devolver un ciclo terrestre para volver a medir la duración o variación de algo ya medido por el reloj, y mucho menos los sucesos biológicos y naturales que acontecen en cada giro terrestre, son eventos ascendentes, sin reversas. El crecimiento de un árbol a través del tiempo ya quedó apuntado en una fracción de la eternidad, es un hecho irrepetible. Esto es: todo ciclo o fracción de los giros de la Tierra, y los procesos biológicos de todo ser son irrepetibles, no podemos regresar al pasado, nuestra evolución ascendente no lo permite, nuestras vidas es ascendente.

     Pero para darle gusto a nuestra imaginación, supongamos que alguien regresase al pasado. ¿En qué parte del libro de la historia se escribiría ese nuevo suceso?, ¿se escribiría antes o después de nuestros días?   

Te invito a leer el capitulo más importante de este ensayo:   ¿Por qué sentimos el tiempo acariciar nuestra piel? CLICK

¿ Existe el tiempo? ¿ Se puede viajar a través del tiempo? ¿Qué pasa si la tierra gira al revés? En este ensayo te lo explicamos con dibujitos y plastilina.

 Ensayo

El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red

Autor:

Roberto Carlos Gómez Sánchez 


                        Capítulo 2. Banana madura no vuelve a verde

     En unas de las sagas de Superman vimos como este superhéroe con su inmenso poder le dio reversa al eje de rotación de la Tierra, SI más no recuerdo fue con el objetivo de volver al pasado y reconquistar a su novia. Desde luego, se trata de ciencia ficción, donde todo es posible. Pero por muy divertido que lo sea, en ninguna circunstancia debe estar en concordancia con la ciencia. Muy a la ligera se le da importancia a los viajes través del tiempo, existe un tonto empeño en «crear» maquinas del tiempo, lo cual es más descabellado que las historias de superhéroes. Carece de toda lógica el solo pensar que dejamos de crecer y nos hacemos niños de la noche a la mañana o volvemos a nuestro pasado solo por el hecho de que la Tierra haya rodado al revés; o por el contrario, nos trasportaremos al futuro y envejeceremos más de prisa si la Tierra acelerase su rotación o traslación. Se nos olvida que habitamos en una roca giratoria, como expresamos en el capitulo anterior, y que sus giros son independientes al cumplimiento que tiene nuestro organismo a un proceso evolutivo guardado en un código genético, inquebrantable, que por el momento no tiene reversa,  de ir hacia atrás y volvernos niños o de acelerar y volvernos ancianos en un instante. Ese proceso evolutivo de todos los seres vivos es lento, no podemos saltarnos sus normas por los cambios de los movimientos del planeta en el espacio o si viajamos en una nave a velocidades cercanas a la luz. Tenemos un «chip» incrustado desde el origen de la vida, al cual llamamos código genético o selección natural o un sistema genético evolutivo, como lo queramos puntualizar. De todos modos, ese plan es lo que determina nuestras funciones y transformación biológica, y en ningún modo lo determina los movimientos de los astros o la velocidad de una nave. Dijimos que ese proceso evolutivo no es descendente, es ascendente como el nacer, crecer, reproducirse y morir. No tiene reversa. Todo cambio físico o morfológico o cualquier mutación tienen que «pedirle autorización» a nuestro sistema genético evolutivo, visto que dichos cambios se realizan lentamente, en miles o millones de años, no lo hace en un santiamén por el hecho de que algún cuerpo celeste haya cambiado de curso en sus ciclos espaciales o por el hecho de que estemos montados en una entelequi nave que viaja a través del tiempo.  

     La Tierra siempre gira constantemente a medida que todo ser vivo cambia biológicamente, digamos el caso la metamorfosis de las ranas, la germinación de una semilla a árbol o en nuestro caso el paso generacional de bebés a adolescentes. Resulta lógico que todos esos cambios continúan aunque el planeta deje de girar, porque el tiempo es independiente a la composición de la materia. Siendo así, la mutación o deterioro de nuestro cuerpo y, en general, de toda la materia también es independiente al tiempo. 

     Al habitar la vida sobre una roca que no deja de dar vueltas, es viable ordenar los sucesos, tanto sociales como naturales, en secuencias, estableciendo así: un pasado, un presente y un futuro. Asimismo, nuestra anatomía no se aligera o ralentiza por el hecho de que la Tierra haya acelerado o desacelerado sus movimientos. Una rana no vuelve a ser renacuajo si nuestra esfera celeste «decidiese» girar al revés. Nuestros abuelos no pueden regresar a la matriz y volver a nacer. Sí fuese así le estaríamos dando crédito a la existencia de fantasmas y zombies. Resignémonos en aceptar que nadie puede retornar a la edad media ni mucho menos a la época de los dinosaurios, no hay la posibilidad de que un río regresase a su manantial. Tampoco nos trasportaríamos a una época de robots y carros voladores si la Tierra acelera sus movimientos espaciales.

     La materia inerte tampoco se transforma y deteriora por los movimientos de aceleración o desaceleración de las masas. Los seres inertes, aunque no obedecen un código genético, sí obedecen patrones físicos inquebrantables como lo es la oxidación de algunos objetos, los cuales no vuelven a hacerse nuevos con el giro en reversa del planeta; tampoco se deterioran al instante, en caso tal de acelerar el giro terrestre.

     No podemos engañar al método de dotación por radiocarbono, conocida por la prueba del carbono 14, una técnica para conocer la edad de muestras orgánicas de menos de cincuenta mil años.  

     Del mismo modo, si la Tierra invierte sus movimientos, ella misma no volvería a hacerse joven; tampoco el sol ni sus planetas vecinos. ¿Acaso volveríamos a los orígenes del sistema solar?, ¿acaso todos los planetas retornarían a ser planetesimales? De ninguna manera, la Tierra no retornaría a ser un residuo espacial como lo fue en sus orígenes, cuando giraba alrededor de un sol lozano; sino que continuará girando alrededor de la enana vieja que tenemos en la actualidad.

     Sabemos que el planeta Venus mantiene una rotación inversa. Entonces, elucubrando un poco, contestemos estas preguntas: ¿Qué tal si hubiese existido vida antes de ser impactado por el objeto que hizo alterar su eje de rotación?, como expresa la teoría; ¿y qué tal si esa catástrofe espacial haya dejado sobrevivientes? Pues en este caso, esos suertudos venusianos sobrevivientes no retornaron al pasado solo por el hecho de que Venus cambió su giro de rotación. desde luego que no retornaron a su época prehistórica, y luego evolucionaron o volvieron a nacer para poblar de nuevo el suelo de Venus, de ningún modo pudo haber sido así. Esos sobrevivientes el ejemplo son la estirpe de una civilización del pasado, hicieron parte de un mundo que ya existía. Para ellos todo fue ascendente, a lo mejor habitaron en sus cavernas, descubrieron el fuego, tuvieron su propia edad media, su revolución industrial, etc. Evolucionaron en miles de años, hasta que la última civilización se topó con la gran catástrofe que puso su mundo girando al revés. Esos venusianos solo sobrevivieron a la catástrofe, no volvieron a la época de las cavernas, y en la actualidad su sol nace en la posición donde se ocultaba anteriormente. Su planeta gira al revés, pero no sus vidas. Y si pudiésemos comunicarnos con ellos, no lo estaríamos haciendo con fantasmas que regresaron del pasado o zombies venusianos, simplemente estos seres son el fruto de la nueva generación que sobrevivió a una catástrofe espacial, vivida por sus ancestros, los cuales están sobre una roca gigante, al igual que nosotros; lo que sucede es que la roca de ellos gira en sentido contrario a nuestra.

     Si la Tierra rodase al revés, tampoco las manecillas de los relojes rodarían al revés como por arte de magia. ¿Por qué han de hacerlo?, ¿acaso las elipses de un ventilador también van a girar en sentido contrario?, ¿y qué pasa con un reloj de arena, sus granitos se devuelven al recipiente anterior? Claro que no, pues son objetos creados por la mano del hombre y, como todos los objetos, estos solo se detienen por su deterioro, una falla mecánica, agotamiento de su vida útil o por la manipulación de su creador.

     El reloj de manecillas, al igual que las llantas de los vehículos o a los carruseles están diseñados por el hombre para ir en un solo sentido circular constante, estos siempre seguirían su marcha normal si la Tierra girase al revés o no. Estos objetos en ningún modo posible girarán en reversa o más de prisa, a menos que la mano del hombre la sincronice para ir en sentido contrario o a un nuevo ritmo de velocidad. De igual modo, ningún objeto que marche en un sentido lineal y pegado al suelo terrestre, como un automóvil, de ninguna manera tiene que devolverse si la Tierra girase al revés. Y un objeto que marche en sentido lineal en el cielo, como un avión, tampoco devuelve su dirección de vuelo; pero desde nuestra perspectiva, el objeto pareciese que habría cambiado de sentido al rodar la Tierra al revés.

     No sobra decir que el reloj tampoco puede acelerar sus manecillas si la Tierra acelera sus movimientos en el espacio, si fuese así también tendrían que hacerlo todos los objetos diseñados para girar, como un ventilador o una llanta de un vehículo. Si lo ilógico se impusiera, en este último caso, todos los automóviles acelerarían de tal modo que no habría semáforos que los detuviera, y el caos en las calles sería monumental. Todo esto porque el reloj también es materia, no tiene poderes sobrenaturales para detener sus manecillas y luego inmolarse si viaja a velocidad de la luz, como lo hemos vistos en algunas animaciones de los canales científicos de tv. Pues es imposible que un reloj se autodestruya si viaja a velocidad de la luz, dado que simplemente es un instrumento creado para registrar ciclos terrestres y no la consciencia de los hombres.

       En el planeta cada ser vivo tiene su promedio de vida determinado, producto de un proceso evolutivo largo, tal vez guardado en el código genético, y es un promedio de vida diferente entre cada especie. Una planta de cebolla tiene un promedio de vida de diez días, un pino cincuenta años, un perro alrededor de quince años, mientras el código genético de una tortuga determina que esta puede vivir cien años, y el promedio de vida de los humanos está entre setenta y cinco en los países ricos. La evolución lo quiso así. Por lo tanto, ningún ciclo o movimiento de la Tierra o de cualquier objeto celeste, o la distancia entre dos objetos celestes, o la velocidad de la luz, no ejercen ninguna influencia en acortar o prolongar cualquier promedio de vida de cualquier especie. Otros factores como el medio ambiente, el índice de pobreza, temperatura, la contaminación, procesos químicos, la ignorancia, etc., incluso, una mutación genética es lo único que podría influir en acortar o prolongar la vida.    

    La transformación de la Tierra, la evolución o el deterioro de todos los seres que habitamos en ella, los eventos naturales y sociales de cada ser, la oxidación del hierro, la pérdida de combustible del sol, el nacimiento y muerte de una estrella, etc., son independientes al conteo de los ciclos de la Tierra y, por ende, también independientes al tiempo, al espacio, a la distancia y a la velocidad de la luz. Sabiamente dice la canción: «Banana madura no vuelve a verde, y el tiempo que se va no vuelve».


Ahora te invito a leer: El tiempo sí se crea y se destruye, y no se transforma. CLICK

 

 

teoría de la relatividad y ley de la gravedad

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