6 nov 2020

¿ Existe el tiempo? ¿ Se puede viajar a través del tiempo? ¿Qué pasa si la tierra gira al revés? En este ensayo te lo explicamos con dibujitos y plastilina.

 Ensayo

El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red

Autor:

Roberto Carlos Gómez Sánchez 


                        Capítulo 2. Banana madura no vuelve a verde

     En unas de las sagas de Superman vimos como este superhéroe con su inmenso poder le dio reversa al eje de rotación de la Tierra, SI más no recuerdo fue con el objetivo de volver al pasado y reconquistar a su novia. Desde luego, se trata de ciencia ficción, donde todo es posible. Pero por muy divertido que lo sea, en ninguna circunstancia debe estar en concordancia con la ciencia. Muy a la ligera se le da importancia a los viajes través del tiempo, existe un tonto empeño en «crear» maquinas del tiempo, lo cual es más descabellado que las historias de superhéroes. Carece de toda lógica el solo pensar que dejamos de crecer y nos hacemos niños de la noche a la mañana o volvemos a nuestro pasado solo por el hecho de que la Tierra haya rodado al revés; o por el contrario, nos trasportaremos al futuro y envejeceremos más de prisa si la Tierra acelerase su rotación o traslación. Se nos olvida que habitamos en una roca giratoria, como expresamos en el capitulo anterior, y que sus giros son independientes al cumplimiento que tiene nuestro organismo a un proceso evolutivo guardado en un código genético, inquebrantable, que por el momento no tiene reversa,  de ir hacia atrás y volvernos niños o de acelerar y volvernos ancianos en un instante. Ese proceso evolutivo de todos los seres vivos es lento, no podemos saltarnos sus normas por los cambios de los movimientos del planeta en el espacio o si viajamos en una nave a velocidades cercanas a la luz. Tenemos un «chip» incrustado desde el origen de la vida, al cual llamamos código genético o selección natural o un sistema genético evolutivo, como lo queramos puntualizar. De todos modos, ese plan es lo que determina nuestras funciones y transformación biológica, y en ningún modo lo determina los movimientos de los astros o la velocidad de una nave. Dijimos que ese proceso evolutivo no es descendente, es ascendente como el nacer, crecer, reproducirse y morir. No tiene reversa. Todo cambio físico o morfológico o cualquier mutación tienen que «pedirle autorización» a nuestro sistema genético evolutivo, visto que dichos cambios se realizan lentamente, en miles o millones de años, no lo hace en un santiamén por el hecho de que algún cuerpo celeste haya cambiado de curso en sus ciclos espaciales o por el hecho de que estemos montados en una entelequi nave que viaja a través del tiempo.  

     La Tierra siempre gira constantemente a medida que todo ser vivo cambia biológicamente, digamos el caso la metamorfosis de las ranas, la germinación de una semilla a árbol o en nuestro caso el paso generacional de bebés a adolescentes. Resulta lógico que todos esos cambios continúan aunque el planeta deje de girar, porque el tiempo es independiente a la composición de la materia. Siendo así, la mutación o deterioro de nuestro cuerpo y, en general, de toda la materia también es independiente al tiempo. 

     Al habitar la vida sobre una roca que no deja de dar vueltas, es viable ordenar los sucesos, tanto sociales como naturales, en secuencias, estableciendo así: un pasado, un presente y un futuro. Asimismo, nuestra anatomía no se aligera o ralentiza por el hecho de que la Tierra haya acelerado o desacelerado sus movimientos. Una rana no vuelve a ser renacuajo si nuestra esfera celeste «decidiese» girar al revés. Nuestros abuelos no pueden regresar a la matriz y volver a nacer. Sí fuese así le estaríamos dando crédito a la existencia de fantasmas y zombies. Resignémonos en aceptar que nadie puede retornar a la edad media ni mucho menos a la época de los dinosaurios, no hay la posibilidad de que un río regresase a su manantial. Tampoco nos trasportaríamos a una época de robots y carros voladores si la Tierra acelera sus movimientos espaciales.

     La materia inerte tampoco se transforma y deteriora por los movimientos de aceleración o desaceleración de las masas. Los seres inertes, aunque no obedecen un código genético, sí obedecen patrones físicos inquebrantables como lo es la oxidación de algunos objetos, los cuales no vuelven a hacerse nuevos con el giro en reversa del planeta; tampoco se deterioran al instante, en caso tal de acelerar el giro terrestre.

     No podemos engañar al método de dotación por radiocarbono, conocida por la prueba del carbono 14, una técnica para conocer la edad de muestras orgánicas de menos de cincuenta mil años.  

     Del mismo modo, si la Tierra invierte sus movimientos, ella misma no volvería a hacerse joven; tampoco el sol ni sus planetas vecinos. ¿Acaso volveríamos a los orígenes del sistema solar?, ¿acaso todos los planetas retornarían a ser planetesimales? De ninguna manera, la Tierra no retornaría a ser un residuo espacial como lo fue en sus orígenes, cuando giraba alrededor de un sol lozano; sino que continuará girando alrededor de la enana vieja que tenemos en la actualidad.

     Sabemos que el planeta Venus mantiene una rotación inversa. Entonces, elucubrando un poco, contestemos estas preguntas: ¿Qué tal si hubiese existido vida antes de ser impactado por el objeto que hizo alterar su eje de rotación?, como expresa la teoría; ¿y qué tal si esa catástrofe espacial haya dejado sobrevivientes? Pues en este caso, esos suertudos venusianos sobrevivientes no retornaron al pasado solo por el hecho de que Venus cambió su giro de rotación. desde luego que no retornaron a su época prehistórica, y luego evolucionaron o volvieron a nacer para poblar de nuevo el suelo de Venus, de ningún modo pudo haber sido así. Esos sobrevivientes el ejemplo son la estirpe de una civilización del pasado, hicieron parte de un mundo que ya existía. Para ellos todo fue ascendente, a lo mejor habitaron en sus cavernas, descubrieron el fuego, tuvieron su propia edad media, su revolución industrial, etc. Evolucionaron en miles de años, hasta que la última civilización se topó con la gran catástrofe que puso su mundo girando al revés. Esos venusianos solo sobrevivieron a la catástrofe, no volvieron a la época de las cavernas, y en la actualidad su sol nace en la posición donde se ocultaba anteriormente. Su planeta gira al revés, pero no sus vidas. Y si pudiésemos comunicarnos con ellos, no lo estaríamos haciendo con fantasmas que regresaron del pasado o zombies venusianos, simplemente estos seres son el fruto de la nueva generación que sobrevivió a una catástrofe espacial, vivida por sus ancestros, los cuales están sobre una roca gigante, al igual que nosotros; lo que sucede es que la roca de ellos gira en sentido contrario a nuestra.

     Si la Tierra rodase al revés, tampoco las manecillas de los relojes rodarían al revés como por arte de magia. ¿Por qué han de hacerlo?, ¿acaso las elipses de un ventilador también van a girar en sentido contrario?, ¿y qué pasa con un reloj de arena, sus granitos se devuelven al recipiente anterior? Claro que no, pues son objetos creados por la mano del hombre y, como todos los objetos, estos solo se detienen por su deterioro, una falla mecánica, agotamiento de su vida útil o por la manipulación de su creador.

     El reloj de manecillas, al igual que las llantas de los vehículos o a los carruseles están diseñados por el hombre para ir en un solo sentido circular constante, estos siempre seguirían su marcha normal si la Tierra girase al revés o no. Estos objetos en ningún modo posible girarán en reversa o más de prisa, a menos que la mano del hombre la sincronice para ir en sentido contrario o a un nuevo ritmo de velocidad. De igual modo, ningún objeto que marche en un sentido lineal y pegado al suelo terrestre, como un automóvil, de ninguna manera tiene que devolverse si la Tierra girase al revés. Y un objeto que marche en sentido lineal en el cielo, como un avión, tampoco devuelve su dirección de vuelo; pero desde nuestra perspectiva, el objeto pareciese que habría cambiado de sentido al rodar la Tierra al revés.

     No sobra decir que el reloj tampoco puede acelerar sus manecillas si la Tierra acelera sus movimientos en el espacio, si fuese así también tendrían que hacerlo todos los objetos diseñados para girar, como un ventilador o una llanta de un vehículo. Si lo ilógico se impusiera, en este último caso, todos los automóviles acelerarían de tal modo que no habría semáforos que los detuviera, y el caos en las calles sería monumental. Todo esto porque el reloj también es materia, no tiene poderes sobrenaturales para detener sus manecillas y luego inmolarse si viaja a velocidad de la luz, como lo hemos vistos en algunas animaciones de los canales científicos de tv. Pues es imposible que un reloj se autodestruya si viaja a velocidad de la luz, dado que simplemente es un instrumento creado para registrar ciclos terrestres y no la consciencia de los hombres.

       En el planeta cada ser vivo tiene su promedio de vida determinado, producto de un proceso evolutivo largo, tal vez guardado en el código genético, y es un promedio de vida diferente entre cada especie. Una planta de cebolla tiene un promedio de vida de diez días, un pino cincuenta años, un perro alrededor de quince años, mientras el código genético de una tortuga determina que esta puede vivir cien años, y el promedio de vida de los humanos está entre setenta y cinco en los países ricos. La evolución lo quiso así. Por lo tanto, ningún ciclo o movimiento de la Tierra o de cualquier objeto celeste, o la distancia entre dos objetos celestes, o la velocidad de la luz, no ejercen ninguna influencia en acortar o prolongar cualquier promedio de vida de cualquier especie. Otros factores como el medio ambiente, el índice de pobreza, temperatura, la contaminación, procesos químicos, la ignorancia, etc., incluso, una mutación genética es lo único que podría influir en acortar o prolongar la vida.    

    La transformación de la Tierra, la evolución o el deterioro de todos los seres que habitamos en ella, los eventos naturales y sociales de cada ser, la oxidación del hierro, la pérdida de combustible del sol, el nacimiento y muerte de una estrella, etc., son independientes al conteo de los ciclos de la Tierra y, por ende, también independientes al tiempo, al espacio, a la distancia y a la velocidad de la luz. Sabiamente dice la canción: «Banana madura no vuelve a verde, y el tiempo que se va no vuelve».


Ahora te invito a leer: El tiempo sí se crea y se destruye, y no se transforma. CLICK

 

 

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