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11 nov 2020

¿Existe el tiempo? Hora interplanetaria ¿Qué es el tiempo? En este ensayo te lo explicamos con dibujitos y plastilina.

                                                Ensayo

El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red

Autor:

Roberto Carlos Gómez Sánchez 

                                      
                                     Capítulo 9. Hora interplanetaria
     Sigamos con más ficción en los ejemplos, ahora todo el sistema solar es habitable, con vida inteligente en todos los planetas, entonces para medir el tiempo cada planeta tendría que construir sus propios relojes. Pues nuestros vecinos también necesitan saber cuándo es la fecha de sus respectivos cumpleaños y su próxima cosecha de tomates. Claro, estos relojes ajustados a lo que proyecte cada uno de sus movimientos espaciales, a sus respectivos movimientos de rotación o traslación de cada planeta. No se descartaría el hecho de tener un patrón unificado, algo así como la «hora interplanetaria». Pero como somos los únicos seres que moramos el sistema solar y en el universo conocido, todo se rige por nuestros patrones de medidas. En el caso del tiempo en el sistema solar, cada planeta lo medimos con nuestra unidad de minutos u horas. Júpiter tarda 10 horas en girar sobre su propio eje, por lo cual, el reloj de Júpiter es de 10 horas diarias terrestres; el día de Marte es igual al nuestro de 24 horas; el de Venus tendría un poquito de problemas para colocar tantos números a su reloj, pues sabemos que en ese planeta el día es más largo que su año, a su reloj no le cabrían los números, y si apenas tienen relojes de arena se necesitaría una «tonelada» de granos para llenarlos.
     El hecho de que la rotación o el día de Júpiter sea de 10 horas (casi la mitad de la rotación terrestre) y sí existiese vida allí y vean salir el sol y ponerse más rápido, no quiere decir que el tiempo trascurra más veloz en ese gigante gaseoso. Sus habitantes no van a envejecer más rápido que nosotros, a menos que su evolución y genes los dispongan de otra manera. Simplemente el planeta gigante ha dado más ciclos; pero en todo caso, el tiempo es igual para todos en el sistema solar y universo. Los acontecimientos y respetivos procesos biológicos de cada habitante planetario seguirían su curso normal, en simultaneidad planetaria. Si alguien se muda a vivir a Plutón, cuya traslación es de 248 vueltas terrestres, nunca cumpliría un año de vida allí, ya que nuestro promedio de vida es de 75 a 80 años. El humano que se mudo a ese planeta seguirá siendo un bebé; y no un bebé lactante, sino un bebe de 80 años,  arrugado y con canas.
     Echemos mano nuevamente del Águila Especial, recuerden ese personaje ficticio de potente visión y con un  promedio de vida millones de años de existencia. En esta ocasión la ubicaremos en la hipotética nube de Oort, con la vista puesta al sistema solar. Esto con el objetivo de echarle un vistazo a la Tierra y sus vecinos. Simplemente el ave vería en simultanea nueve carruseles dando vueltas con ciclos diferentes, en el mismo y eterno presente. Vería que la duración que gasta un colibrí chupando una orquídea colombiana es la misma de un marciano disfrutando una taza de café. No le sería difícil comprender que un minuto aquí en la Tierra sucede en el mismo instante con cualquier planeta del sistema solar, y con cualquier planeta de la última estrella del último universo.
     Como indicamos, al no existir vida en nuestros planetas vecinos, utilizamos el patrón del tiempo del nuestro para medir cualquier evento aquí y en todo el universo. En consecuencia todo evento está regularizado por nuestro reloj terrestre de 24 horas y de 365 días, y fraccionado en horas, minutos y segundos. Con los datos de nuestros ciclos medimos los ciclos de todos los planetas, en resumen: la hora de nuestro reloj es el patrón interplanetario e interestelar. Los resultados de nuestro reloj nos muestran que el aparente tiempo transcurre igual para todos los planetas, no importando que algunos giren más rápido o más lento que otros o que los relojes de sus habitantes tengan más números o menos números.
     En el ejemplo anterior es como si en un fragmento de cinco minutos, un grupo de personas se colocasen en un carrusel de caballitos que gira a cierta velocidad, y otro grupo en un carrusel que gira a una velocidad inferior. En este caso las manecillas del reloj se mueven igual para ambos carruseles, no importando que un grupo dé más vueltas que el otro grupo, incluso, sin importar que uno de estos carruseles no haya dado ni una sola vuelta en ese fragmento: la variación es la misma, el tiempo de cinco minutos ha pasado igual para ambos. Las personas de estos dos carruseles se deterioraron biológicamente lo que le corresponde en esos cinco minutos, por muy pequeñísimo que sea el deterioro. De igual manera sucede al medirse los ciclos rotacionales de los nueve carruseles del sistema solar, todo transcurre en simultánea en un fragmento de 24 horas terrestres. Se contarán más vueltas o ciclos en un planeta que en otro, habrá cierta diferencia en ciclos; pero esencialmente en todos los carruseles ha transcurrido las mismas 24 horas terrestres, la misma variación, aunque algunos planetas como Venus y Mercurio no hayan realizado ni un solo ciclo rotacional en ese fragmento. Cada habitante de cada planeta se deterioró lo que le corresponde en ese curso de 24 horas terrestres.
     Si existiese un reloj interplanetario caminaría igual para todo el carrusel del sistema solar, independientemente del número de vueltas que dé cada planeta alrededor del sol, incluso, sin importar que un carrusel se encuentre en nuestro sistema solar o un sistema extrasolar.
     Veamos los ciclos de nuestros planetas vecinos medidos con nuestro reloj terrestre o «reloj interplanetario». Una vuelta al sol de nuestro planeta tarda 365 días, un año nuestro. Pero hay planetas que por su cercanía al sol su ciclo será más corto que el nuestro, de menos días, en este caso: el año en Mercurio es de 88 días terrestres, y el de Venus de 224. Y hay planetas que por su lejanía al sol su ciclo de traslación es más largo que el nuestro: el ciclo de Marte es de 686 días terrestres, el de Júpiter es de 11 años y 315 días, el de Saturno 29 años y 167 días, Urano 84 años, el de Neptuno 164 años y 288 días y el de Plutón 248 años.
     Esta situación nos confunde un poco, uno que otro creerá que en Mercurio se envejecería más rápido si existiese vida allí, pues los años nuevos y cumpleaños pasarían volando en ese pequeño planeta. Mientras ellos celebran cuatro años nuevos (365/88) nosotros celebramos uno. Asimismo, uno que otro despistado creerá también que en Júpiter o Saturno se envejecería más lento, pues allí los cumpleaños y años nuevos durarían más en llegar, y mientras aquí celebramos 11 años nuevos en Júpiter celebran solo un año. La realidad es que se envejece igual en el mismo lapso en cualquier punto del sistema solar y en cualquier punto del universo, siempre y cuando tengamos el mismo sistema biológico o código genético, porque esto es lo que determina a las especies envejecer, y no la cantidad de vueltas de los cuerpos celestes. Todos los hechos se dan al mismo instante, paralelamente en cualquier esquina del universo, dado que el tiempo es uno solo y absoluto para cualquier evento del universo.
     Entendido lo anterior, continuaremos con los típicos experimentos mentales, sin antes advertir que seguiremos siendo repetitivos en el aspecto biológico de todo individuo.
     Entonces imaginemos que naciesen cuatro humanos a la misma hora en cuatro puntos diferentes del sistema solar, digamos cuatro mellizos nacieron en la Tierra y tres fueron enviados desde muy niños a vivir a otros planetas o como quieran plantear la situación. El asunto es que los cuatrillizos habitan en planetas diferentes: un mellizo está en nuestro planeta, otro en Mercurio, otro en Júpiter y otro en Neptuno. Cuando la Tierra haya dado una vuelta alrededor del sol: el humano que habita aquí cumpliría un año de vida. En ese fragmento de 365 días terrestres, Júpiter ni Neptuno han dado la primera vuelta al sol, por lo tanto, los humanos de esos planetas gigantes no han cumplido su primer año de vida. En cambio en esos 365 días terrestres, Mercurio ya ha dado cuatro vueltas y fracción (365/88), en este caso el humano que se encuentra en allí cumpliría cuatro años de vida. Pero los ritmos de crecimiento de los humanos de esos tres planetas son iguales al humano de la Tierra, biológicamente los cuatro bebés humanos ya dejarían de gatear y comenzarían a dar sus primeros pinitos, pues sus respectivas motricidades son las de un bebé de un año, ya que todos los cuatro mellizos poseen el mismo ritmo de crecimiento terrestre. Los procesos biológicos son inquebrantables e independientes a los giros de las esferas celestes, en este caso a la cantidad de vueltas de cada planeta del sistema solar. 
     Cuando la Tierra haya dado 11 vueltas al sol: el humano terrestre ha cumplido 11 años de vida. En ese segmento Júpiter ya ha dado su primera vuelta al sol: el humano que habita allí ya tiene su primer añito de vida. A Neptuno aún le falta mucho para su primer ciclo: el humano de allí aún no ha cumplido su primer año de vida. Y el planeta Mercurio ya ha dado 45 vueltas y fracción (365x11/88 o 11x4): el humano mellizo que habita allí ya tiene 44 o 45 años de vida. Pero estos cuatro humanos biológicamente son niños terrestres de 11 años, aunque el de Mercurio haya cumplido 45 años. Todos han mudado ya sus dientes de leche, montan en bicicleta y van a la escuela en el mismo segmento de tiempo de los cuatro planetas. Sin importar que el humano de Mercurio tenga 45 años y el de Neptuno no haya cumplido su primer año de vida, las complexiones físicas y mentales son iguales en todos los humanos aquí presentes, es decir, la de un niño de 11 años. El hecho de que el humano de Neptuno no haya cumplido un año de vida, porque su planeta aún no ha dado su vuelta al sol, no quiere decir que sea apenas un bebé de brazos, este ya tiene la mentalidad y físico de niño de 11 años de la Tierra. Lo mismo le sucede al humano de Júpiter, pues en su primer año de vida ya puede montar en bicicleta al igual que sus tres hermanos. Al igual, el hecho de que el humano de Mercurio tenga 45 años de vida, en realidad es un niño de 11 años y no un adulto. Lo que existe es un desbarajuste de ciclos y edades, mas no de tiempo.
     Continuando con el ejemplo, cuando la Tierra haya dado 22 ciclos alrededor del sol: el hermano terrestre ha cumplido 22 años. Mientras el planeta Júpiter en ese fragmento ha dado apenas dos vueltas al sol, por lo tanto: el humano que habita allí ya tiene dos años de vida. Mientras en ese mismo fragmento el planeta Neptuno aún no ha dado su primer ciclo alrededor del sol, de aquí que el humano que habita en ese gigante azul no haya cumplido su primer año de vida. Mientras tanto, el planeta Mercurio ha dado alrededor 88 vueltas y fracción (22x4): el humano de allí cumplió 88 años terrestres. Ni el de Neptuno es un bebé ni el de Mercurio es un anciano, las complexiones físicas y comportamientos de todos los hermanos son iguales al de un adulto de 22 años terrestre. Aquí no importa que el humano de Júpiter tenga apenas dos añitos, y el de Neptuno aún no haya cumplido su primer año, y el de Mercurio tenga 88 años terrestres: todos los humanos siguen el mismo proceso biológico. Quizás los cuatrillizos ya hayan terminados sus estudios de secundaria, o estén en la universidad de sus respectivos planetas, o sean rebeldes, con licencia de conducir, tengan sus respectivas parejas, incluso tengan hijos; es decir, todo lo que hacen los humanos a la edad de 22 años. Todo sucede en un mismo carrusel planetario, en un mismo fragmento de ciclos terrestres, pero a diferentes distancias de otros ciclos planetarios. Todos los cuatro hermanos están en igualdad de condiciones físicas, ninguno es más joven o más viejo que los demás. Aunque el de Mercurio tenga 88 años, no es un anciano; y el de Júpiter con dos añitos, no es un bebé. Ambos tienen la misma fisionomía biológica de un joven de 22 años terrestres.
     Cuando el planeta Tierra haya dado 100 vueltas al sol: su humano ha cumplido 100 años. Ya mastica el agua, ad portas de colocarse la «piyama de madera». El planeta Júpiter en ese mismo segmento ha dado cerca de nueve vueltas al sol: el humano que vive allí cumpliría 9 años. También es un anciano masticando el agua. El planeta Neptuno aún no ha dado su primera vuelta al sol: el humano de ese planeta todavía no ha cumplido su primer añito. Pero también es un anciano. Mercurio ha dado 400 vueltas al sol: su mellizo cumpliría 400 años. Al igual, es un anciano (de 100 años terrestres). Los tres hermanos interplanetarios tienen la misma complexión física y comportamiento del humano terrestre, es decir, la de un anciano de 100 años. Ya sus respectivos cuerpos se han deteriorados bastante, y se deterioraron a la par: canas y piel agrietada, pérdida de memoria, lentes, orejas grandes, todos tienen nietos y están próximos a lo inexorable, etc. Esto porque los cuatrillizos están regidos por el mismo ritmo de su desarrollo biológico y deterioro físico terrestre.
     Todos los cuatro hermanos envejecieron paralelamente y al ritmo de nuestra evolución, no importa que el de la Tierra tenga 100 años, el de Júpiter solo tenga 11 años, el de Mercurio 400 años y fracción, y el de Neptuno no haya cumplido su primer año de vida. El de Neptuno no es un bebé y el de Júpiter tampoco es un niño, todos son unos ancianos. Los respectivos aspectos físicos son iguales para los cuatro hermanos, no importando el desajuste de años o ciclos, de la cantidad de ciclos de sus respectivos planetas y de la distancia.
     El núcleo de cada célula de cada individuo, responsable del almacenamiento de la información y luego transmitida de generación en generación, no se da por enterado de que unos cuatrillizos se hayan criado y progresado en planetas distintos. Todo transcurre en simultánea en todos los carruseles del universo. El problema consiste en que poseemos una vista limitada, la cual no nos permite ver esa simultaneidad, por tanto no vimos a los cuatrillizos crecer al mismo ritmo de vida en los cuatro  carruseles.         

10 nov 2020

¿ Existe el tiempo? Relación entre la velocidad de la luz y el tiempo. ¿Qué es el tiempo? ¿Se puede viajar en el tiempo? ¿Qué pasa si la tierra gira al revés? En este ensayo te lo explicamos con dibujitos y plastilina.

                          Ensayo

El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red

Autor:

Roberto Carlos Gómez Sánchez 

Capítulo 8. La velocidad de la luz no le saca canas a la primavera

     Explicamos, en capítulos anteriores, que le agregamos o quitamos números al reloj si la Tierra acelera o desacelera sus ciclos de movimientos. De los instrumentos de medición el reloj es el único manipulable, a veces rompe sus ligaduras cíclicas, pero esto no quiere decir que el tiempo sea manipulable.
     Esta manipulación solo acontece en la pareja reloj-tiempo, ya que es imposible en las demás magnitudes físicas, como por ejemplo, en la pareja cinta métrica- longitud, pues no podemos quitarle o agregarle centímetros a la cinta métrica solo porque a una pared se le quitaron o le agregaron más ladrillos.
     Pero también existe otro tipo de manipulación entre el reloj-tiempo sin necesidad de añadirle o quitarle números al reloj, simplemente adelantando o retrocediendo los minutos y las horas, mientras la vida continúa su andar normalmente.
     Solo basta analizar un evento cotidiano, como cuando un viajero se desplaza hacia otro país en avión, pero digamos a una velocidad mayor que la normal de estos aparatos. Suponiendo que sale de Colombia con destino a China a las 7:00 p.m., y solo se demora cinco minutos de vuelo, es decir, llega a las 7:05 a.m, horario de China; mientras en Colombia son las 7:05 p.m. En este ejemplo, el avión sobrepasó doce meridianos en cinco minutos. Al llegar a su destino el viajero, si lo desea, ajusta su reloj a la hora del país visitante, es decir, 7: 05 a.m. del día siguiente. En este caso el viajero solo adelanta los minutos u horas de su reloj para sincronizarlo a un nuevo horario; no ajusta su proceso evolutivo, tampoco su pasado, ni su futuro ni su vida e historia. No se adelantó por algunas horas al futuro, solo se le adelantó a un pedazo de ciclo de rotación de la Tierra, puesto que el avión se desplazó más rápido que la rotación terrestre. Si el avión hubiese volado a una velocidad menor a la rotación del planeta, el viajero no tendría necesidad de concordar su reloj al horario del país visitante. Al volar más rápido que el giro de rotación se hace necesario ajustar el reloj, no ajustamos el tiempo, solo adelantamos el reloj a un nuevo horario impuesto por el ciclo diario de la rotación y la ubicación de cada país. En cada punto de la Tierra todo sucede en simultánea, tanto para el viajero y toda la tripulación, y para la familia del viajero que se quedó en Colombia.
     Vivimos sobre una roca giratoria con líneas invisibles que determinan la hora en cada punto terrestre. El sol nace y se oculta en horarios diferentes en cada zona, o en cada una de estas líneas. Se festeja el año nuevo en horas diferentes, incluso, en días diferentes en algunos países. El aleteo de un colibrí ocurre en el mismo instante de cualquier suceso ubicado en cualquiera de estas zonas, y en cualquier planeta del sistema solar y del universo.
     Dramaticemos un poco este ejemplo de manipulación del reloj, veamos qué pasa si dicho avión viajase alrededor del sol a una velocidad mayor que la traslación del planeta. En este ejemplo, el avión contabiliza más ciclos o años que el planeta Tierra, este hecho no quiere indicar que su tripulación envejeció más rápido que el resto de los habitantes de la Tierra. Los tripulantes del avión no han viajado al futuro, ni el reloj caminó más de prisa para ellos, tampoco el tiempo se aceleró; y por supuesto, los habitantes del planeta no se quedaron estacionados en el pasado, estos subsistieron normalmente y a la par con la tripulación. Tampoco los tripulantes envejecieron menos que los habitantes de la Tierra o viceversa, como lo sugiere la paradoja de los gemelos o relojes. En este ejemplo, simplemente el avión ha viajado más rápido que el ciclo de traslación de la Tierra. Cuando regresen a la Tierra hallarán todo normal, su tiempo no transcurrió más de prisa que cualquier ser humano que se quedó en la Tierra mientras ellos viajaban en la nave.  
     Ahora veamos qué pasa si el avión realizase un tour de una semana alrededor del sol, a una velocidad aproximada a la de la luz. Pero en este ejemplo tenemos que hacer algunos «cálculos alegres». La luz del sol tarda en llegar a la Tierra ocho minutos, pero como la Tierra no gira alrededor en forma circular sino elípticamente le agregaremos cuatro minutos más, podrían ser tres o cinco o los que quieran, el resultado en este ejemplo no es importante. Esto es: nuestra nave por cada giro alrededor del sol tarda 12 minutos; en cada hora la nave realiza 5 giros de traslación a velocidad de la luz (60/12), en un día 120 giros (5x24), y en una semana 840 giros (7x120). Supuestamente en este ejemplo los tripulantes cumplieron 840 cumpleaños o festejaron esa misma cantidad de años nuevos, visto que la nave hizo de planeta Tierra dando vueltas alrededor del sol. En este caso ningún tripulante de la nave envejeció esa cantidad de años, su deterioro fue a la par con los que se quedaron estacionados aquí en la Tierra mientras la nave hacía el vertiginoso recorrido. Por muchos años o vueltas que haya realizado la nave, en este caso 840 años para sus tripulantes, para los no viajeros y los que se quedaron en la Tierra lo que trascurrió fue una semana. En realidad lo que hay es un desajuste de ciclos en el reloj, ya que el tiempo fue el mismo para todos. Tanto los tripulantes como los habitantes de la Tierra envejecieron lo que realmente se envejece en una semana. Ningún tripulante se transfiguró por la velocidad de la luz, ni los relojes de la tripulación se paralizaron, tampoco se inmolaron al viajar a velocidad de la luz.
     Mientras la nave realizaba el tour a velocidad cercana a la luz, nuestro planeta apenas avanzó unos kilómetros alrededor del sol, el recorrido equivalente a una semana, le falta mucho para completar su giro de 365 días o para el año, para ser exacto le restan 358 días. Lo que existe es un desbarajuste de vueltas, de distancia y velocidad, pero no de tiempo o evolución. Todo transcurrió igual, en la Tierra, en la nave y en cualquier esquina del universo. Simplemente la nave superó los ciclos de la Tierra. En este ejemplo no importaría que la nave hubiese girado alrededor del sol, o a cualquier dirección, o que viajase en línea recta a la estrella más lejana y luego regresase en esa semana.
     Si una nave extraterrestre viajase a velocidad de la luz por todo el universo, de una estrella a la otra, ese suceso no puede tener ninguna incidencia para los que habitamos en la Tierra. ¿Por qué ha de tenerlo? Prácticamente eso fue lo mismo que ocurrió con los tripulantes que hicieron el tour alrededor del sol, no inciden en el rejuvenecimiento o deterioro de ningún ser sobre la Tierra, de igual manera en cualquier punto del universo.
     Y si por el contrario, qué tal si el avión realizase cinco vuelos alrededor de la Tierra a una velocidad inferior a su traslación, digamos la mitad. Esto es: un ciclo para la tripulación dura 730 días (365 x 2), y para los no viajeros los mismos 365 días (para este ejemplo). En este caso los de la tripulación solemnizaron cinco cumpleaños o años nuevos, mientras los que se quedaron en la Tierra lo solemnizaron en diez años. Por ningún motivo la lentitud de la nave ha ejercido influencia alguna sobre sus tripulantes, estos no envejecieron cinco años menos que los de la Tierra, y mucho menos se han quedado en el pasado. Los de la tripulación y los no viajeros, al igual que los demás seres vivos e inertes, se deterioraron lo que se deterioran en diez años, ni un minuto más ni un minuto menos, solo que los tripulantes estuvieron fuera de la Tierra recorriendo cinco vueltas al sol durante ese periodo.
     Si la Tierra girase alrededor del sol a velocidades cercanas a la luz, cumpliríamos años y festejaríamos años nuevos cada ocho minutos, y en nada afectaría nuestro progreso evolutivo y biológico, aunque en este caso cumpliésemos miles de años en nuestras vidas, nuestro promedio de vida es paralelo al que tenemos actualmente.
     También existe una gran contrariedad entre los viajes aéreos si los medimos con los viajes terrestres, porque al utilizar estos dos medios de trasportes, y a la misma velocidad, no se recorre la misma distancia entre dos puntos específicos. Cuando un avión y un tren parten desde el mismo punto inicial para llegar a un mismo punto final: la distancia recorrida no es la misma, puesto que existe un desplazamiento de la Tierra en contra o a favor del avión. Esto porque la Tierra gira a favor o en contra de cualquier aeroplano, o de cualquier medio que no utilice el suelo terrestre para desplazarse de un lugar a otro, incluso también aplica para las aves, mariposas y cualquier bicho volador.
     En los desplazamientos vía aérea de un lugar a otro, no en tierra (suelo), tenemos que tener presente si la rotación de la Tierra gira a nuestro favor o en contra, es decir, si el avión va en el mismo sentido al recorrido de la rotación o en sentido contrario.   
     La Tierra gira sobre su propio eje a una velocidad constante de 1.700 Km/h, mientras que la velocidad de los aviones varía entre 500 a 1000 Km/h, si bien no es constante, de todos modos es muy inferior a la de la Tierra. Esto quiere decir, si viajamos en avión a algún punto del planeta, con el eje terrestre rotando en contra de la trayectoria del avión: el suelo de la Tierra se acerca a una velocidad de 1.700 Km/h hacia el avión. Aunque coincidan en el mismo punto de destino, la velocidad de rotación acorta la distancia a la trayectoria trazada por el avión. Este hecho solo se presenta en los vuelos aéreos, no en recorridos terrestres, porque el avión no pisa la superficie de la Tierra. Mientras que en un automóvil o tren, estos medios de transporte están tocando el suelo terrestre todo el recorrido. De este modo, por mucho que la rotación gire en su contra, nunca el punto de destino se acercará al automóvil, este siempre se mantendrá la misma distancia entre el punto de origen y el punto de destino. En los recorridos terrestres, no importa que la Tierra gire a favor o en contra, o que la velocidad del automóvil sea constante como el de la Tierra, o tenga una velocidad aproximada a la luz, o que la Tierra acelere a velocidad extrema, o que la Tierra no mantenga su velocidad constante, etc. El recorrido siempre será el mismo, no se acortan las distancias, dado que el automóvil nunca despega sus llantas del suelo terrestre. Siendo así: en los viajes aéreos la distancia entre ambos punto depende de la rotación terrestre, es alterable; mientras que en los viajes terrestres la distancia es inmodificable, es real. 
     Ejemplaricemos este asunto. Un avión se desplaza de un punto A (partida) a un punto B (destino), con la Tierra girando en contra de la trayectoria del avión. Estos puntos A y B están ubicados en el aire y en paralelo con los puntos   y , ubicados en la superficie de la Tierra, pues es el lugar donde realmente habitan las personas, no en el aire. En este caso no sé cómo se las ingeniaría el piloto para iniciar su despegue desde el aire. (Para comprender este ejemplo es importante ver la gráfica 1 y 2).


Gráfica 1
Gráfica 2











Gráfica 1 y 2. Observamos el avión despegar en paralelo a los puntos iniciales A´ y A.  Al rotar la Tierra en contra de la nave, hace que el verdadero punto de destino B´ se acerque al punto A, de esta manera se acorta la distancia del recorrido en los viajes aéreos.  

     El ejemplo dice que la Tierra gira en contra de la trayectoria del avión, su velocidad constante es mayor que a la del avión. Aquí el lugar inicial A y el lugar de destino B permanecen fijos, inmodificables, es la distancia trazada por el avión. Pero los otros puntos el inicial  y el de destino  no son fijos, se desplazan a medida que la rotación sigue su curso. Aclaremos que  no se desplaza hacia , obvio, nunca lo alcanzará porque ambos puntos están atornillados en el suelo, pero  sí se desplaza hacia el avión y hacia A. La rotación en contra hace que  se acerque hacia el avión a medida que este aparato se desplace de A hacia B
     Es como si un pájaro despega sus alas desde un árbol y se dirige hacia una casa, y desde allí nosotros caminamos hacia él. Nosotros podemos toparnos con el pájaro en cualquier punto y llegar al árbol, porque ese punto inicial (árbol) siempre permanece atornillado en su sitio, y la casa (destino) nunca tocará al árbol, no importando que la rotación terrestre váyase en contra de la trayectoria del ave.
     No obstante, desde nuestra perspectiva que nos impone la cotidianidad, este hecho pasa desapercibido, esto porque nos concentramos en el movimiento del avión y no al movimiento del planeta. Este inconveniente no se presentaría si la Tierra no tuviese movimientos espaciales, en este caso, aunque el avión se mantenga en el aire, la distancia proyectada entre ambos puntos A y B va hacer la misma a la distancia proyectada en el suelo A´ . Es como si el avión fuese un medio terrestre, o estuviese rozando el suelo del planeta.
     Por lo contrario, si el avión regresa su vuelo, es decir, retorna a casa desde B o B´ al punto inicial A o A´, a la misma velocidad, desde luego, en esta ocasión regresa con la rotación a favor del avión. En este caso  A´ no se aleja de B´, están fijos en la superficie terrestre; pero A´ se «aleja» del punto B, porque la rotación terrestre va dejando atrás la velocidad del avión. Se alarga un poco la distancia debido a las mismas razones aplicadas en el anterior ejemplo. Ante esto, en los viajes aéreos existe un desbarajuste entre tiempo y distancia.
     El recorrido real del avión no es igual para ambos ejemplos, ni para la rotación girando a favor del avión ni para esta girando a favor del avión; a menos que el avión vuele a velocidad de 1.700 Km/h.
     Todo cambia al hacer un viaje por vía terrestre, en un automóvil o tren, desde el mismo punto inicia  al punto de destino , a la misma velocidad del avión del ejemplo anterior. Aquí no hay puntos aéreos inicial A ni punto de destino B, solo existen dos puntos terrestres, no espaciales como la del avión. En este caso particular, al estar el automóvil «adherido» al suelo o rozando la superficie de la Tierra impide que el punto final  se «desplace» algunos kilómetros a su encuentro con el punto inicial. Estando el vehículo «adherido» a la superficie necesariamente tiene que hacer todo el verdadero recorrido del punto inicial  al destino . En este ejemplo no se acorta la distancia, por lo tanto, en los viajes vía terrestre no existe un desbarajuste de tiempo y distancia, no se gana minutos ni horas. No importando que la Tierra gire a favor o en contra del automóvil o tren, o a mayor velocidad, o a menor velocidad, o que este estática.  Sí sucede al viajar en un trasporte que no esté adherido a la superficie como en un aeroplano, incluso un barco. (Ver gráfica 3 y 4).
   

Gráfica 3
Gráfica 4











Gráfica 3 y 4. Observamos el despegue del automóvil desde el punto inicial  A´ al destino B´. Sin importar que la rotación gire en contra del vehículo no se acorta la distancia, puesto que las ruedas del vehículo están adheridas al suelo terrestre.


     En el recorrido aéreo, donde las ruedas del avión no están «adheridas» a la superficie terrestre: la distancia varía, no importando que el desplazamiento del avión sea de este a oeste y viceversa, o de norte a sur y viceversa; puesto que el punto de encuentro o de destino se «mueve» hacia otra posición. Mientras que en los recorridos terrestres el vehículo no se despega del suelo terrestre, no importando que el desplazamiento del automóvil o tren sea de este a oeste y viceversa, o de norte a sur y viceversa. En este caso la distancia es real e invariable, no se acorta ni se alarga la distancia. Esta contrariedad no se presentaría si viviésemos en un mundo sin movimientos, con estas condiciones las distancias aéreas serán las mismas que las distancias terrestres, pues aquí no hay desplazamiento de la rotación terrestre.
     En los medios acuáticos tampoco hay contacto con el suelo terrestre, aunque el agua sea más densa que el aire y hace su recorrido más lento, de todos modos, es aplicable las mismas leyes a los recorridos aéreos. 
     Ahora un ejemplo extremo y cortico, ya que estos ejemplos son los que realmente nos despeja cualquier duda científica. Veamos qué pasa si la rotación terrestre pasa de 1.700 Km/h a 300.000 Km/ h, velocidad de la luz. Para no extendernos y complicarnos más, simplemente: al dar un salto desde cualquier punto del planeta caeremos en otro meridiano, en otro país, en otro océano, etc. No necesitaremos ningún medio de transporte para viajar de un lugar a otro.
 


Gráfica 5
Gráfica 6









Gráfica 5 y 6. Si la Tierra girase sobre su propio eje a velocidad de la luz, solo basta que demos un salto para sobrevolar uno que otro meridiano, siendo así podríamos viajar a otro país sin pagar tiquetes de transporte.


      No está demás decir, que si vamos en un autobús a 80 km/h, y lanzamos una moneda o una pelota al aire caerá en nuestras manos, pues es lanzada a una distancia corta, a más que las velocidades son casi parejas; pero si lanzamos un proyectil, afortunadamente no caerá en nuestras manos. 
     Desde el salto de un atleta hasta el lanzamiento de un proyectil, el vuelo de una mariposa o cualquier movimiento de cualquier objeto sobre la superficie terrestre (sin rozar el suelo) la distancia recorrida no va a ser la correcta. Pues la Tierra se mueve a favor y en contra del objeto o persona. Si lanzamos una pelota a un determinado punto, en sentido contrario a la rotación terrestre, hubo un movimiento terrestre desde donde cayó la pelota hacia donde se hizo el lanzamiento, por muy pequeño que este sea, se acorta la distancia, en este caso la distancia recorrida no es real. Lo mismo sucede al disparar proyectiles o cualquier artefacto de gran velocidad que se lance en sentido contrario a la rotación terrestre. En este caso siempre se acortará la distancia por muy mínima que sea, estamos hablando hasta de micras. Contrario si lanzamos la pelota o un proyectil desde el mismo punto inicial, pero en la misma dirección de la rotación planetaria, en este ejemplo se alarga la distancia por muy pequeña que sea.
     Esta es una clara confusión de tiempo y espacio en distancias relativamente pequeña. Esto acontece porque a veces se nos olvida que vivimos en una gran roca redonda y giratoria, y ese olvido nos da la apariencia de un mundo plano, lugar donde no ocurre esta confusión. Nos focalizamos en el vuelo del avión y no en el movimiento terrestre.   
     Si esto nos confunde en la cotidianidad, en sucesos que están a nuestro alcance, los cuales podemos observar a simple vista, cómo serían esos eventos fuera de nuestro planeta. Pues imaginémoslo, conjeturemos lo que sucedería a distancias inconmensurables, a distancias en que nunca podremos llegar, dentro de un espacio lleno de fantasmas y espejismos cósmicos. Según la Teoría del big bang el universo se expande, sigue una dirección de expansión aún no definida, nos lo dice el corrimiento al rojo. Para entender esto recordemos el fenómeno de inflación con el clásico ejemplo del globo desinflado marcado con puntitos, el globo es el espacio y los puntitos son los cuerpos celestes. Al inflarse el globo, dichos puntos toman distancias entre sí, entre más se infle el globo más distancia entre ellos. Es decir, el espacio se expande y al estar la materia adherida en el espacio, los cuerpos celestes toman distancias entre sí. Por todo esto, para saber la distancia y el recorrido que realiza una luz hacia nuestro planeta, desde cualquier punto del universo, se tiene que tener en cuenta el corrimiento al rojo o azul, esto para saber si el espacio se corre hacia nuestro favor o en contra. Conjuntamente, existen otros movimientos igual de masivos que afectan las distancias y el tiempo, como las estrellas girando alrededor de su galaxia. Con todo esto, queremos explicar que sí la rotación acorta la distancia en los vuelos aéreos, de igual manera al viajar una nave por el espacio se está enfrentando a la misma situación, pues cualquier punto o destino en el universo se mueve a favor o en contra de la nave. De ahí que la expansión del universo acorta o alarga la distancia entre cualquier punto del universo, el punto inicial y el de destino. Con este razonamiento podemos concluir que también existe un desbarajuste monumental entre tiempo y distancia en los vuelos espaciales.  

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9 nov 2020

¿ Existe el tiempo? ¿Qué pasa si no existiese la luna? ¿Qué es el tiempo? En este ensayo te lo explicamos con dibujitos y plastilina.

 

Ensayo

El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red

Autor:

Roberto Carlos Gómez Sánchez 

Capítulo 6. La rotación terrestre desacelera mas no el tiempo 

     Hasta el momento hemos abordado tibiamente la desaceleración terrestre ante el alejamiento de la luna causada por las mareas, este hecho da para más detalles, y por lo tanto, para más confusiones del tiempo. Siendo así, es importante retomar el tema.

     Expresamos que es un hecho que en un futuro la rotación de la Tierra será más lenta, esto por el asunto del roce de las mareas de la Luna y la Tierra, este fenómeno hace que la luna se aleje de la órbita terrestre unos cuatro centímetros al año. En consecuencia la Tierra se desestabilizaría y tardaría mucho más en completar una órbita sobre sí misma. Entre más se alejase la luna, la Tierra se desestabilizará en su eje, tanto así, que tal vez quedaría «patas arriba» y girando al revés, igual que Venus, de quien se rumora que perdió una luna, pero ese es otro tema para otro ensayo. En todo caso, en lo que nos interesa: los días llegaran a ser largos. Tal vez será la duración del día, 30 horas, incluso, la rotación podría tardar días, como sucede con Mercurio o Venus, planetas sin lunas. 

     Si en el futuro la Tierra por efecto de la mareas desacelera su rotación, digamos a 50 horas, los habitantes de esa futura época necesariamente tendrían que ajustar el reloj a un ciclo de 50 horas. Esto quiere decir que el nuevo reloj de esa generación futura tendría 50 palitos: 25 el día solar y 25 la noche. Los futuros habitantes, desde luego, mucho más inteligentes que la nuestra, no entrarán en un mundo surrealista ni saldrían como locos a ajustar su promedio de vida, su ritmo de vida, sus recuerdos y toda una evolución a la marcha de un nuevo reloj de 50 horas al día; sino por el contrario, es el reloj el que se tendría que ajustar a las nuevas condiciones que impone el nuevo movimiento terrestres. A lo mejor los girasoles ya no moverán sus «cabezas» fijamente al sol en 12 horas, sino lo harán durante 25 horas. Es decir: el binomio reloj-tiempo no puede manipular la trasformación de la materia, ni intervenir en los cambios biológicos ni en los acontecimientos de la vida para luego ajustarlos a 50 horas.

     La futura civilización, por supuesto, tendrán que ajustar algunos aspectos de su cotidianidad, pues tendrán el sol desfilar durante 25 horas y las estrellas por la misma cantidad. No sabemos cómo reaccionarán sus respectivos mecanismos de defensa para soportar 25 horas de sol y 25 horas de noche fría. Colocando algo de humor a este tema, la conservación natural los proveerá, esa generación serán, algo así, como las cebras pintadas de blanco y negro: el negro para soportar los rayos del sol, y blanco por la ausencia de este. De este modo desaparecería el racismo.

     Al durar un ciclo terrestre 50 horas, no quiere decir que las nuevas generaciones van a envejecer más lento que a la de esta, de nuestro ciclo actual de 24 horas. La Tierra se hizo lenta, mas no la evolución, la futura generación seguirá teniendo el mismo promedio de vida que la nuestra. Su estilo de vida no sufrirá cambios relevantes, ellos no van a dormir 25 horas diarias, solo porque el día dura 50 horas. Seguirán durmiendo las 8 horas normales de nuestra generación, pero ante las nuevas condiciones, pues en una parte del ciclo descansarán bajo la noche y otra parte bajo un sol inclemente.

     Las actividades y horas de descansos no son producto del azar, tampoco producto de la duración del día solar y la duración de la noche, toda actividad que realizamos la impuso nuestra supervivencia. Ciertamente que lo es, la supremacía del hombre se impuso sobre los demás seres, y entre más fuerte sea una especie puede dormir más tiempo y más tranquilo. Por ejemplo, el león y el tigre duermen casi 15 horas al día, pues quién se atreve a molestarlos o quién se atreve a molestar a un oso en hibernación; mientras que los animales de la parte baja de la cadena alimenticia, duermen menos, dados que permanecen siempre en alerta para que no sean devorados. A la vez, por el frío y la oscuridad nosotros los humanos escogimos la noche para dormir, visto que todo trabajo o labor se puede observar con mayor claridad en el día solar.  

     Expliquemos la posible distribución de las horas y del ritmo de vida para la futura generación, es decir, cómo sería su vida diaria con la imposición de un nuevo ciclo de rotación de 50 horas. En este ejemplo, ante 50 horas de rotación terrestre, en el día solar de 25 horas una parte estaríamos  durmiendo, y la otra, despiertos; y la duración de la noche de 25 horas, también una parte estaría realizando cualquier actividad y la otra durmiendo.  

    Aquí partimos de la misma base del ritmo de vida nuestro: día de 24 horas. Pues ese ritmo no cambia, regularmente es de 8 horas de descanso o de dormir, y 16 horas de actividades o de estar despiertos. Pero resulta, según el ejemplo, que para los futuros habitantes el día ya no durará 24 horas, sino 50; y este se ha dividido en 25 horas (día solar) y 25 («día nocturno»). La cantidad de horas de nuestra generación (24) es casi la misma a la cantidad del mediodía de la futura generación (25) y casi la misma cantidad de su «día nocturno». Siendo así, las 8 horas para dormir y las 16 horas de actividades de nuestra generación (las cuales serán las mismas para las futuras generaciones), necesariamente ellos las tendrían que distribuir en un día soleado o en una noche fría. Esto quiere decir que en un día solar de 25 horas van a dormir las 8 horas bajo el sol, después se levantarán y harán sus actividades de 16 o 17 horas bajo el mismo sol. Luego se invierte la cotidianidad, en el «día nocturno» de 25 horas se van a la cama nuevamente, bajo luna y las estrellas, duermen sus 8 horas bajo el cielo nocturno, después se levantaran y realizarán sus actividades de 16 o 17 horas, bajo el mismo cielo de luna y estrellas.

     Desde luego, para mayor rendimiento, la futura generación del ejemplo distribuirán los horarios como se hace en la actualidad, esto para aprovechar la energía del sol. La distribución de horarios, además de complicado para explicarlo y entenderlo es irrelevante dentro de este ensayo.

    De todos modos hagamos el ejercicio. Supongamos que ellos comenzaran sus labores, como de costumbre, a las 6:00 am, con un sol recién erguido en el horizonte, y finalizaran las 8 horas a las 2:00 am. Indicamos «am» porque todavía es antes meridiano, ya que faltan 17 horas para que culmine el día solar. La complicación se presenta porque ellos tendrían que distribuir esas 17 horas de sol en 9, con el fin de continuar su vida social (pasear, ver tv, jugar, etc.) y 8 para dormir, aquí dormirán con el sol sobre su techo. Así se completaría la hora 25, la primera mitad del día, día de sol. Iniciarán el «día nocturno» de 25 horas, o la segunda mitad del día de 50 horas, esta vez con la luna en su techo. Inician las labores a las 12: 01 pm con la noche encima, finalizarían a las 8:00 pm de la «tarde» oscura,  una «tarde» de luna y llena de estrellas. Faltan 17 horas para que finalice el día de 50 horas, dentro de esas 17 horas tomarán nuevamente 9 para la vida social y 8 para dormir, pero esta vez sí dormirían con la luna y las estrellas en su cielo hasta la hora 50 o final del día. Al hacerlo, de nuevo los futuros habitantes iniciarían labores a las 12:01 am con el sol naciente, y así sucesivamente cumplirían con las nuevas condiciones impuestas por la rotación del planeta.    

     Con un día solar de 25 horas todo ser vivo ya tendría su organismo adaptado a las nuevas condiciones de vida. Esto en cuanto al nuevo ambiente, al nuevo clima, a todo lo externo. Sus aspectos físicos y ritmos biológicos tendrían que cambiar en algo, pues verán el sol cruzar por el cielo durante 25 horas, y la luna y estrellas por esa misma cantidad de horas. Pero ese cambio se daría en miles de años, y, tal vez, las futuras personas ya estarían adaptadas a dicho cambio. En lo básico, sus vidas seguirían con un ritmo de las 24 horas nuestras, vivirán el mismo promedio de vida biológico actual, el cual no se puede modificar y colocar en una cajita de 50 horas al día. Tal vez, como ejemplo, el heliotropismo de los girasoles se extendería más, pero a la vez, reposaría más su cabeza en la noche fría.

Te invito a continuar con Espejismos y fantasmas cósmicos que «perturban» el tiempo. CLICK 

¿ Existe el tiempo? ¿Qué pasa si la tierra gira al revés? ¡Se puede viajar en el tiempo? En este ensayo te lo explicamos con dibujitos y plastilina.

Ensayo

El tiempo no da saltitos inútiles como peces en la red

Autor:

Roberto Carlos Gómez Sánchez 

Capítulo 5. Manipulación del tiempo

     Sabiendo que la rotación y traslación terrestres son los factores determinantes del tiempo, bueno realizar algunos experimentos mentales, muy extremos por cierto, esto para reforzar lo expuesto hasta el momento en este ensayo. Los experimentos están basados en la manipulación de estos dos movimientos terrestres, el objetivo es saber los efectos causados a todos los seres que habitamos sobre la Tierra si ocurriese de repente un cambio en sus giros espaciales, efectos relacionados con el enigmático tiempo.

     Ya explicamos lo que sucedería si la Tierra girase al revés, expresamos que simplemente el sol saldría por el oeste y se ocultaría por el este, que la transformación de la materia y todo evento social continúan su ritmo normal, y que el reloj no giraría al revés y no volveríamos al pasado.

     Pasemos entonces a otro experimento mental, por ejemplo, ¿Qué tal si el eje de rotación de la Tierra se detiene por unos 15 minutos o una hora, producto de un choque con un gran asteroide? Digamos que este objeto hizo tambalear a la Tierra y la dejó inmóvil por ese fragmento de ciclo y, luego, el planeta siguió su ciclo normal. En este caso, el reloj al igual que cualquier máquina giratoria seguirá girando normalmente como lo venía haciendo, de ningún modo se paraliza, pues las manecillas o la arena del reloj no esperarían «sentados» a que la Tierra solucione su problema con el gran asteroide para luego seguir caminando. Pues el reloj como un simple instrumento que es no posee consciencia para saber que un ciclo terrestre se ha detenido, no tiene cerebro para saber que sucede y luego decidir. Por todo ello, el reloj seguirá caminando sin ninguna perturbación hasta que se le agote la vida útil o lo manipule el hombre. Por otro lado, a ningún ser vivo se le ha quitado o añadido 15 minutos a su vida, nada ni nadie quedó inmóvil en esos minutos. Se detuvo el ciclo de rotación y de traslación del planeta, pero no el ciclo o funciones biológicas de cada individuo, ningún ser vivo dejó de crecer en esa fracción de minutos. Tampoco se paralizó el proceso de oxidación sobre cualquier objeto de la Tierra. Si en esos minutos alguien comía una rebanada de pizza, de seguro que la disfrutó sin ningún problema en ese  «ciclo inmóvil», no desapareció de sus manos, pues no saltaron los minutos como por arte de magia; no obstante, de seguro no tuvo buena digestión por el susto provocado por el asteroide.

     Ahora veamos otro experimento mental de este tipo de manipulación terrestre: ¿Qué tal si la Tierra dejara de girar totalmente? Es decir, que pasaría si se inmovilizaran sus movimientos en el espacio, tanto su rotación y traslación. En este experimento nada ni nadie quedó inmóvil, simplemente una parte de la población vería solo el sol, desde su perspectiva lo vería estático, del mismo tamaño y sin desfilar por nuestro cielo (si tienen suerte un sol mañanero), el cielo de un solo color. Y la otra parte de la población vería las mismas estrellas estacionadas, y la luna también estática, en cualquier fase (si tienen suerte en un abrazador plenilunio). Dicho de otra manera: en una parte será un día eterno y en la otra una noche eterna.

     Obvio que en este ejemplo parte de los seres vivos tienen que adaptarse al frío, pues no verán el sol; y la otra parte tienen que adaptarse al calor, pues verán el sol todo el día y toda la «noche». Solo tendríamos dos estaciones en cada zona: invierno o nieve en el lado oscuro, y fuerte verano en el lado caliente. No tendríamos solsticio, a lo mejor un eterno equinoccio. Cambian los cuatro paisajes o estaciones actuales a dos paisajes: uno frío y otro caluroso.  

      Al igual, en este experimento, las manecillas del reloj seguirán dando vueltas normalmente, aunque dejen de medir los ciclos de la Tierra. Aquí el reloj sería un instrumento inútil, o un simple juguete o aparato decorativo sin ninguna función. Pero los demás objetos con dispositivos circulares seguirían teniendo sus funciones específicas, como el ventilador, por ejemplo, seguiría refrescando el ambiente con o sin ciclos terrestres (sobre todo en esa zona de eterno sol); igualmente las ruedas de los vehículos seguirían rodando mientras lo decida la palanca del freno, y no por el freno de la rotación o traslación del planeta. En este experimento mental se frenaron los movimientos de la Tierra, y para que el reloj tomase de nuevo sus funciones, la solución sería tomar el ciclo de otro planeta como referencia, y ajustar el nuevo reloj a un horario interplanetario para que así sigamos registrando nuestros acontecimientos en el álbum de la historia.

     Sin movimientos terrestres todo el detrimento y transformación de la materia continuaría su curso normal, se nos seguirá agrietando la piel y saliendo hojas blancas a nuestros cabellos; pero no cumpliríamos años ni celebrariamos años nuevos, ya que no existen los ciclos referenciales de nuestro planeta, esos que nos hacen celebrar cada evento y hace que el  tiempo parezca real.

     Ante esta situación tendríamos que inventarnos algún método de medición del tiempo que se ajuste a un nuevo reloj, pues tenemos que saber cuándo es la próxima cosecha de tomates y papas, cuando es nuestro cumpleaños, navidad o año nuevo, y todos los acontecimientos que registramos en la historia y que nos hacen creer que el tiempo ha dado pasos a la eternidad.

     Como indicamos, para saber nuestra edad y registrar cualquier evento en el álbum de nuestra historia tendríamos que echar mano del ciclo de otro planeta y adaptarlo a nuestro reloj. Si tomamos como patrón el ciclo de traslación de Júpiter, como ejemplo, cumpliríamos un año cada 11 ciclos o «años», dado que este gigantes dura 11 años terrestres en dar la vuelta al sol; y si tomamos el de Saturno cumpliríamos un año cada 23 ciclos; con el ciclo de Plutón nuestro promedio de vida no nos alcanzaría para cumplir un añito, pues ese planeta dura 248 ciclos o años terrestres en dar una vuelta al sol; caso contrario si tomamos el giro de Mercurio, aquí cumpliríamos un año cada 88 días, porque eso es lo que dura ese pequeño planeta en completar una vuelta al sol. Y si tomamos el ciclo de traslación de nuestro vecino más cercano, como lo es la luna, festejaríamos el año nuevo cada 28 días, y por desventura para nuestro bolsillo tendríamos que dar un regalo cada 28 días a quien cumpliere años.

     Es muy claro, si la Tierra paraliza sus movimientos espaciales envejeceríamos de todos modos, como si esta no se hubiese paralizado, y envejeceríamos en simultánea con cualquier ciclo de cualquier planeta. El promedio de vida de cualquier ser humano continuará siendo el mismo, sin importar la cantidad de vueltas y la distancia que estemos al planeta que escojamos como referencia. Tomando como referencia el recorrido de cualquier vecino del sistema solar, en un planeta cumpliríamos menos años y en el otro cumpliríamos más años, esto por la distancia en que se encuentren estos planetas al sol. Sin importar qué «reloj interplanetario» escojamos continuará bajo su normalidad el proceso progresivo del individuo y de los elementos que conforman la naturaleza, y todo evento social. En Plutón seriamos un anciano masticando el agua, con barba blanca y nietos, sin haber cumplido un añito de vida.  

     A propósito, antes de continuar con el siguiente experimento mental, te has preguntado alguna vez: ¿Si no sabes la fecha en que naciste, qué edad crees que tendrías? 

     Continuemos, ¿Qué pasaría si aceleramos la rotación y traslación de la Tierra? Si bien hemos detallado un poquito sobre este caso en párrafos anteriores, tenemos que complementar que en este caso atesoraríamos más ciclos, pero no nos saldría ni una cana extra. Esto quiere decir, que corporalmente ningún ser vivo aceleraría su crecimiento, tendríamos el mismo proceso evolutivo que tenemos, ese mismo proceso lento; al igual, los objetos también se oxidarían en el mismo ritmo con que lo hacen actualmente, ya que en el proceso de oxidación es importante la participación del oxígeno, y en todos los ejemplos expuestos nuestra atmósfera permanece inalterable. Desde luego, tampoco nos transportaríamos al futuro prontamente, no pasaríamos a la era de los robots y carros voladores como sucede en las películas de cine y tv. Es absurdo que toda la humanidad pasase a otra futura humanidad simplemente por el cambio de velocidad del giro terrestre. No obstante, festejaríamos nuestro cumpleaños, el día de las madres y el año nuevo más prontamente. Pues se añadieron más ciclos o años a la masa giratoria, pero no al proceso progresivo de cada ser. 

     Es necesario repetir en cada ejemplo que abarquemos, que las manecillas de los relojes, las elipses de los ventiladores y todo lo que gire constantemente marcharían a sus ritmos normales, a la misma velocidad de siempre, pues sería  absurdo que se aceleren solo porque la rotación y traslación de la Tierra se les dio por aumentar su velocidad. Es como si una persona o un árbol crecieran más de prisa si el sistema internacional de medidas decide que a un metro se le añadieran más centímetros, por ejemplo, sea igual a 200 centímetros. El metro o cinta métrica, al igual que el reloj, es una herramienta de medición, no tiene poderes sobrenaturales para hacer crecer un árbol. Pues bien, ni los movimientos terrestres ni el reloj tienen esos poderes para envejecer o rejuvenecer un individuo, o para transportar toda la humanidad al futuro o devolverla al pasado.

     Al acelerar los movimientos de la Tierra, todo seguiría igual en nuestras vidas, solo que veríamos el sol salir y esconderse con mayor prontitud, desfilar a las estrellas y la luna más de prisa; los perihelios y afelios acontecerían más seguidos, tal vez, dos o más solsticios y equinoccios por año, ¡Dos primaveras al año sería fabuloso! Esto debido a que estos fenómenos atmosféricos son producto de la inclinación de 23° de la Tierra en el espacio, y este suceso hace que los rayos del sol no caigan con la misma intensidad en un lugar durante el año. A saber: al acelerarse la traslación del planeta, obvio, habrá más ciclos, y al haber más ciclos habrá más perihelios, y más perihelios más fenómenos atmosféricos, por tanto, más  primaveras y otras estaciones. Toda esta situación nos engaña, pensaremos que el tiempo transcurre más de prisa al ver pasar la primavera y el invierno más seguido que antes, también al ver también amaneceres y atardeceres más seguidos, y años nuevos más seguidos. Se nos olvida que son fenómenos naturales que ocurren en la superficie de nuestra roca, independiente a sus recorridos espaciales.

     Otro peculiar experimento: ¿Qué pasaría si solamente se paraliza el ciclo de rotación y el de traslación sigue su curso normal? En este fenómeno no tendríamos amaneceres ni atardeceres con sus colores rosados o anaranjados; pero sí festejaríamos navidades, años nuevos, nuestros cumpleaños, las estaciones del año, y todo suceso que tenga que ver con las vueltas de la Tierra alrededor del sol. Contemplaríamos un solo paisaje en cada zona de la Tierra, la mitad de la población vería solo el sol, estático desde nuestra perspectiva. Pero veríamos que este aumentaría de tamaño durante su recorrido anual y, del mismo modo, reduciría su tamaño, ya que el planeta continúa su trayectoria elíptica alrededor del sol. Y la otra mitad de la población vería las estrellas estáticas y desfilar la luna durante quince «días» sin retraso alguno, pues esta también seguiría girando alrededor de la Tierra.

     Contrario al ejemplo anterior: ¿Qué tal si nuestro planeta paralizara solo su ciclo de traslación y el de rotación continúa su trayectoria normal? En este caso veríamos desfilar al sol, amanecer y ocasos, las estrellas y la luna; pero no cumpliríamos años, ni festejaríamos año nuevo, y todas las festividades anuales. Tal vez tendríamos dos estaciones perennes, esto porque la traslación es el determinante de las estaciones. Pero al igual que todos los ejemplos anteriores, nuestro ciclo biológico y deterioro de la materia marcharían con o sin traslación.

     Dejé para lo último el experimento más extremo de todos los anteriores: ¿Qué pasaría si la Tierra un día rota en un sentido determinado y el otro día en sentido contrario? Aunque es el caso más exagerado de estos experimentos mentales, lo expongo para contrarrestar los falsos viajes del tiempo, y tal vez volver loco a sus promotores científicos, en vista que ellos nos están volviendo locos a nosotros. En este caso simplemente veríamos el sol nacer por el este y ocultarse por el oeste, luego se «devuelve» y nace por el oeste y se oculta por el este, y así sucesivamente. Semejante en algo a los dos amaneceres del planeta Mercurio en un mismo día. Pero lo cierto es que no retornaríamos al pasado un día y al futuro el otro día, nadie envejecería un día y rejuvenecería el otro día, los objetos no se oxidarían un día y el otro día serían otra vez nuevos ni las manecillas girarían un día en un sentido y el otro día en sentido contrario, tampoco los granos de un reloj de arena agotan un día su recipiente y al otro lo vuelven a llenar, ni las elipses de los ventiladores, ni cualquier aparato giratorio, ruedan un día para un sentido determinado y al otro día cambian en sentido contrario.  

     Si bien, estos experimentos expuestos nunca acontecerán, porque las leyes gravitacionales así lo impiden, el objetivo era mostrar las consecuencias que traerían para el tiempo cualquier manipulación o cambio repentino de los movimientos terrestres. Si esta gran roca paraliza, acelera o ralentiza sus movimientos el proceso natural de cada ser vivo e inerte no se detiene, tampoco acelera ni desacelera. No somos seres con un proceso orgánico manipulable, regulado por los «vaivenes» de los ciclos. Como hemos dicho hasta la saciedad: nuestro proceso biológico ya lo determinó el código genético a lo largo de una evolución natural o selección natural o evolución o como lo quieran llamar, en todo caso es un proceso de miles de años, y para cada cambio o mutación tendría que darse a lo largo de esa misma cantidad de años.

     Sin importar cualquier alteración de los movimientos terrestres, la Tierra seguirá abasteciendo la vida, sigue el ciclo de la lluvia, las plantas y animales siguen creciendo, nacen y mueren montañas, nace y muere una especie, nace y muere un continente, nace y muere una civilización, seguiremos yendo a la escuela, jugando futbol, etc. Al igual que nuestro planeta, el sistema solar y todos los cuerpos del universo seguirán su «ancianidad» sin ninguna alteración. 

 A continuación: La rotación terrestre desacelera mas no el tiempo. CLICK


teoría de la relatividad y ley de la gravedad

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